Por Sergio I. Rivero Carrasco
Hoy el mundo celebra el Día Internacional de las cooperativas bajo el
lema “Un trabajo digno”, dedicado en esta ocasión a demostrar una vez más que
las cooperativas son organizaciones productivas o de servicios centradas en las
personas, su protección y desarrollo, caracterizadas
por un control democrático que da prioridad al desarrollo humano y la justicia
social en el lugar de trabajo en el que se desempeñe cada una.
Según
se estima por las estadísticas internacionales, las cooperativas de todo el
mundo emplean o son la principal fuente de ingresos para más de 279 millones de
personas, que representan casi el 10% de la población activa total de la
humanidad. Pero más allá de estos
números, muchos estudios realizados a este nivel revelan que, en comparación
con el empleo en otros sectores, los trabajos cooperativos tienden a ser más
sostenibles con el tiempo, mostrar una brecha más pequeña en las ganancias
entre las posiciones más altas y más bajas; y están distribuidos más
equitativamente entre las áreas rurales y urbanas.
En nuestro país las
cooperativas fueron creadas hace 40 años
para la producción agropecuaria (CPA), como una forma colectiva de producción
social a partir de la decisión de los campesinos de unir sus tierras y otros
medios de producción fundamentales. Hoy están recogidas en la nueva Constitución de la República en el Artículo II Inciso b), como una forma
de propiedad cooperativa:
la sustentada en el trabajo colectivo de sus socios propietarios y en el
ejercicio efectivo de los principios del cooperativismo; de ahí su importancia
en el Modelo de Desarrollo Económico y Social que se emprende, muy importante
en los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo Económico-Social hasta el
2030. En él se conceptualizan las cooperativas Agropecuarias y No
agropecuarias, dedicadas a diferentes formas de gestión No estatal vinculadas
con el transporte, las construcciones, la gastronomía y los servicios.
En la Isla de la Juventud funcionan hasta el momento un
total de 28 cooperativas y entre agropecuarias no agropecuarias, las cuales ocupan a un número elevado de asociados
y tributan de manera decisiva a la producción de alimentos, la ganadería la
gastronomía y los servicios en el marco de la economía local. Todo lo anterior
distingue la voluntad de su atención,
normativa y conducción por parte del gobierno territorial y nacional en la
protección y garantía a esos trabajadores y sus organizaciones, las cuales
demuestran cuánto se puede avanzar en
todos los sectores en donde ellas actúan. En Cuba las cooperativas tienen un
distingo particular en relación con otras en el mundo porque el propósito ha
sido que ellas sean socialistas con beneficio social, se ajusten a nuestras
condiciones específicas del país e incluso a las características propias del
cubano.
Según ha declarado Ariel Guarco,
presidente de la Alianza Cooperativa Internacional, “Las cooperativas ayudan a preservar el empleo y a promover el trabajo
decente en todas las ramas de la economía. A través de la participación, los
miembros (…) tienen una motivación para cambiar sus vidas, sus comunidades y el
mundo”, de ahí la importancia de vincular a estas formas a las estrategias
de desarrollo local, a su prominencia en el desarrollo y aporte a las
comunidades y como expresó Ramón Labañino, Héroe de la República de Cuba y
Vicepresidente de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba
(ANEC) “las cooperativas (…) llegaron a
la realidad económica nacional para quedarse y actuar en beneficio de todos y
por el socialismo cubano”.
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