Por Sergio I. Rivero Carrasco
Al
concluir la jornada dominical de este verano en Playa Bibijagua y otras del
litoral norte de la Isla, las áreas quedaron con los desperdicios de alimentos,
bolsas y, envases de plástico, latas y un sinnúmero de materiales que fueron a parar al mar o a
“adornar” las plantas de la orilla, perjudicando la salud de las especies
marinas y humana. Esa imagen se percibe día tras día y reclama de las
instituciones y la población poner en práctica las medidas previstas en la
Tarea Vida, Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático, aprobado
desde el 2017 por el Consejo de Ministros con el objetivo de priorizar la
preservación de la vida de las personas y la fauna, la soberanía alimentaria y
el desarrollo turístico.
Motivadas
por las situaciones anteriormente expuestas, que se suceden en el territorio, el país y el mundo, diferentes organizaciones de la sociedad civil
en el Orbe, celebran cada 3 de junio el
Día Mundial
sin Bolsas de Plástico, con el propósito de concientizar a los gobiernos y a la
población del planeta acerca de la necesidad de desechar el plástico como
envase y medio de transportación y embalaje de alimentos y equipos,
precisamente por su carácter nocivo para el medio ambiente una vez concluida su
vida útil y ser desechados en áreas públicas y playas mediante las cuales
llegan a provocar grandes contaminaciones en los océanos.
Muchos estudiosos han informado que una bolsa de plástico tarda 100 años en degradarse, otros
sostienen que son 400 años. Diversos cálculos indican hemos utilizado
incontables de estos materiales cuya vida promedio es de 15 minutos, pero que
representan enormes perjuicios a los ecosistemas, la biodiversidad y la salud
humana y animal. Algunos calculan que globalmente cada año se manipulan 500
billones de bolsas de plástico, la mitad de las cuales se utilizan una sola
vez. Muchos coinciden en que en la última década se ha producido más plástico
que en todo el siglo pasado. Un ejemplo de esos daños están visibles en la
famosa “Isla de Plástico o de la Basura”, localizada en el centro del océano Pacífico Norte.
La
problemática universal es muy peligrosa ya que
las estadísticas apuntan a que cada
año, el mundo usa 500 mil millones de bolsas de plástico, al menos 8 millones de toneladas terminan en los
océanos, el equivalente a la descarga de un camión de basura cada minuto. Se
precisa que el 50% del plástico que
usamos es de un solo uso o desechable, también que compramos 1 millón de botellas
de plástico por minuto y este material constituye el 10% de todos los residuos
que generamos.
Por todos es
conocida la gran utilidad de estos objetos para el transporte de pequeñas
mercancías, principalmente alimentos, pero
la disposición sin control del enorme volumen de bolsas plásticas en
suelos y aguas y su lenta degradación plantean con urgencia que gobiernos
locales y nacionales normen su utilización masiva y adopten medidas para su
recolección una vez utilizadas con el objetivo de evitar que vayan a parar a
basureros, ríos y mares contaminando el entorno, por el enorme el volumen de estos
materiales dañinos para los ecosistemas, la biodiversidad y la salud humana y
animal.
Nuestro país apuesta por un Medio Ambiente libre de
contaminaciones, pero aún quedan
pr4oblemáticas por resolver para lograr ese
objetivo. En la Isla de la Juventud el
cambio climático tiene manifestaciones como el incremento de la temperatura
media, el corrimiento del cambio de las estaciones y una mayor incidencia de
fenómenos meteorológicos extremos como las sequías, fuertes lluvias, amenaza de
huracanes y la intrusión
salina. Asentamientos poblacionales como Cocodrilo y Playa Bibijagua, entre otros, afectan su
calidad de vida dañando además cientos de hectáreas de tierra cultivables con
un alto PH además de los afluentes de agua dulce como el Río Las Casas.
Y
nosotros, ¿cómo podemos contribuir con la celebración de esta jornada? Pues muy
sencillo, manteniendo el cuidado del medio ambiente, el cual no debe quedar
únicamente en manos de los gobiernos y las grandes corporaciones, sino que
todos nosotros, con pequeñas acciones desde nuestras viviendas, centros
recreativos, laborales, educacionales y el barrio, podemos reflexionar acerca
de los problemas que causamos en el escenario natural y proponer soluciones de
actuación a pequeña escala, que sumadas hacen mucho. Esa es la invitación, para
cuidar el planeta, que es de todos.
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