Por Sergio Rivero y Abel Pérez
Indolencia,
es la incapacidad de conmoverse o
sentirse afectado por algo; pereza, decidía e
insensibilidad, y la indisciplina se considera
como insubordinación, insolencia...
sentirse afectado por algo; pereza, decidía e
insensibilidad, y la indisciplina se considera
como insubordinación, insolencia...
Hoy en muchos sitios señorean y tal como si fueran invisibles la indisciplina y la indolencia, se permiten por compañeros y jefes sin que nada suceda, sin darse cuenta de que la disciplina laboral, el cumplimiento de las normas laborales establecidas y las muestras de educación y cívica, se encuentran precisamente en el centro del corazón, de la voluntad y los valores, tal si fueran la médula, una diana, muchas veces difícil de acertar por la mala puntería y falta de profesionalidad de los tiradores de los dardos.
Constantemente
se recalca por el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, que para pensar como
país lo primero que tenemos que lograr es el sentido de pertenencia, la
disciplina, los valores morales que hacen grande al hombre, la conciencia de que
cada día debo aportar al máximo para beneficio del país exactamente desde el
puesto de trabajo. No se han pedido actos heroicos, sino labor cotidiana que
promueva los buenos hábitos de vida, la decencia, la buena comunicación y el
amor por lo que se hace.
Las
administraciones disponen de un valioso e insustituible instrumento para medir
el cumplimiento de las obligaciones del trabajador. Su calificación está
vinculada al cumplimiento de los deberes establecidos en el puesto de trabajo y
por tanto, en ocasiones incide sobre el salario que se percibe: Es la
Evaluación del desempeño, cuyos responsabilizados con la aplicación son los
Jefes inmediatos con carácter mensual, trimestral y/o anual. La problemática se
ubica hoy en el carácter subjetivo de la valoración, la categoría que algunos
evaluadores aportan por simpatía, no por los resultados objetivos alcanzados
por los subordinados para “no afectarles su salario”
ni buscarse problemas. En realidad pierde autoridad y moral al "beneficiar"
al trabajador, pero perjudica a la sociedad que necesita y merece ser bien
atendida.
Hay personas que se desvinculan del sector estatal y van
hacia el privado, enseguida se adaptan a las reglas de juego y por lo general
trabajan más y a veces ganan menos, también en ocasiones pierden otras consideraciones.
En la base organizativa y normativa de las institución
cubanas, se encuentran el obligatorio
cumplimiento del Código de Trabajo, existen además el Reglamento Orgánico, el
Manual de Organización y Funcionamiento, el Convenio Colectivo de Trabajo y de
manera regulatoria, el Reglamento disciplinario Interno que se deriva del
establecido por su sector o institución al más alto nivel; Si ello se adecua a
las condiciones específicas de cada colectivo laboral y los encargados de conducirlos
lo convirtieran en un instrumento de trabajo cotidiano, otro gallo cantaría.
Mientras no se apliquen las normativas vigentes, nos
alejaremos cada vez más de la solución, de los maltratos y las indisciplinas
laborales y sociales que tanto daño y de todo tipo le hacen al país. No es
posible que algunos impunemente continúen en el equipo de los "que no
quieren buscarse problemas" echándole la culpa quien no la tiene,
permitiendo que los indisciplinados, aunque son minoría, se conviertan en
líderes negativos para enfrentar la justa aplicación de las normas por parte de
las administraciones, porque en sus cargos van implícitas la representatividad
de la propiedad de todo el pueblo y no solo de sus empleados.
De lo que se trata es de unir esfuerzos entre las
administraciones, los colectivos de trabajadores, secciones sindicales,
organizaciones políticas y sociales, para crear un clima favorable al
cumplimiento de las normas, el control y su estimulación, el trabajo en equipo, incidir con más intencionalidad y rigor en
esas problemáticas que se ubican justo en el centro de la diana, para avanzar
hacia una sociedad con mayor bienestar y realización.
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