Todo sugiere... que el presidente George W. Bus está en candela y acaricia hoy la idea de adelantar el fin de la guerra en Iraq. Camino a las elecciones de noviembre, pesan demasiado las críticas contra el Partido Republicano.
Aparentemente, para el gobierno estadounidense la batalla por la simpatía de los votantes nacionales está ganando prioridad frente a las operaciones militares en el Medio Oriente, desde donde vienen féretros con soldados casi todos los días.
La Casa Blanca sabe que el escepticismo de la opinión pública se incrementará en proporción con el aumento de las bajas norteamericanas en el conflicto iraquí, que ya suman más de dos mil 520 en tres años de agresión.
Más de la mitad de los ciudadanos consultados en un reciente sondeo de la institución Opinion Research consideró que la administración Bush cometió un inexcusable error al enviar tropas a Bagdad en marzo de 2003.
Un número similar de compatriotas del mandatario tejano señaló que la Oficina Oval además ha fracasado en todos sus esfuerzos de justificar la conflagración ante el público de este país.
En la exploración, un 55 por ciento de los encuestados dijo que fue una pifia de Bush mandar efectivos al Oriente Medio, para un 39 fue una decisión conveniente, y otro cinco por ciento no emitió juicio al respecto.
Sin dudas la nomenclatura republicana tomó nota de estas cifras, y de las conclusiones de otras pesquisas sociales que reflejan un creciente rechazo a la guerra liderada por Washington.
Considerando la cercanía de los comicios legislativos, donde los correligionarios del Presidente pretenden mantener la mayoría en ambas cámaras, es lógico que la administración federal ensaye una fórmula para contentar a los electores.
En ese sentido, el Pentágono confirmó esta semana la más espectacular reducción de tropas en la nación asiática. Según voceros de la comandancia castrense, grandes contingentes de efectivos norteamericanos regresarán a casa en septiembre próximo.
Trascendió que el jefe del Estado Mayor en Iraq, general George Casey, presentó el plan de retirada escalonada a líderes del Departamento de Defensa y al propio W. Bush en sesiones de consultas secretas celebradas a fines del mes pasado.
Está previsto recortar el número de brigadas de combate en dos tercios para 2007. El inventario de 14 destacamentos de este tipo quedaría reducido a cinco unidades.
La jefatura de las fuerzas militares estadounidenses ya comunicó al nuevo primer ministro Nouri al Maliki, y al consejero de seguridad nacional de Iraq, Mowaffak Rubaie, los pormenores sobre este gran programa de repliegue.
Casey explicó que las reducciones pudieran dejar a Estados Unidos con unos 40 mil soldados en la región para finales del próximo año, muy por debajo de cualquier cálculo anterior. Ahora hay que estar atento a la reacción de los votantes.
Actualmente hay 126 mil militares norteamericanos en la nación árabe. El Pentágono aclaró que las dos principales compañías de combates -la 10 División Montañesa y la 101 Aerotransportada- no serán reemplazadas por el momento.
El costo de la guerra en Iraq supondrá alrededor de 320 mil millones de dólares para el erario doméstico, y representa casi el doble de los estimados de la Casa Blanca antes del inicio de la ocupación, informó el Servicio de Investigación del Congreso.