Es mucho lo que se derrocha cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día por millones de seres humanos que habitan, sobre todo, en las áreas más favorecidas económicamente y que echan por tierra cualquier intento de oxigenar a los menos aventajados, dependientes, saqueados y vilipendiados de todas las áreas geográficas.Vivimos por estos tiempos momentos trascendentales para la humanidad, amenazada por un vaticinio aterrador: Una severa crisis de los hidrocarburos, de agua y de otros recursos convencionales, provenientes de las entrañas del planeta cuyas reservas probadas y probables son cada vez más escasas.
Hay cifras alarmantes que demuestran la inconvivencia de su mantenimiento con el futuro de la existencia humana: Una sola persona en Europa consume como promedio más de cuatro toneladas de combustible cada año, pero esta cifra se duplica en Estados Unidos, la nación más despilfarradora del planeta, siempre con la mira puesta en los países petroleros y prestos a inventar pretextos para una invasión que les garantice su dominio sobre los carburantes.
El Presidente cubano Fidel Castro ha alertado en innumerables ocasiones sobre la necesidad de optimizar el uso del combustible y ampliar las posibilidades de consumo de combustibles no convencionales a partir de desarrollar nuevas tecnologías de punta como son la energía Eólica, el aprovechamiento del gas que contamina a la atmósfera y convertirlo en fuente generadora de electricidad como ya se aplica en el polo turístico de Varadero con la planta Energás. Todo como alternativa de salvación de la raza humana, amenazada por el probable y pronto agotamiento de este vital recurso.
Recientemente, el estadista cubano denunció que en el planeta se consumen cada día 8,6 millones de barriles de gasolina, una cifra astronómica impulsada por el mercantilismo y esa premisa capitalista del consumismo desmedido, que coexiste con las personas en este tipo de sociedad, incitándolas, por ejemplo, a comprar autos cada año y para cada familia.
A ese paso la humanidad no sobrevivirá este siglo, han señalado no pocos especialistas, varios de los cuales proponen fijarse en la experiencia que desarrolla Cuba, con su ya mundialmente conocida Revolución Energética, que basa su estrategia en el ahorro como la salida más eficaz para evitar la crisis.
En la Isla se lleva adelante, ya en fase avanzada, la sustitución masiva de millones de equipos electrodomésticos de alto consumo, por otros modernos y mucho más económicos.
También se asiste en Cuba a la eliminación definitiva de las lámparas incandescentes, cuyo lugar ocupan ahora los bombillos ahorradores, todo esto unido al nuevo concepto de generación eléctrica con grupos electrógenos, una alternativa mucho más competitiva.
La modernización de las líneas de distribución de energía es otro de los procesos vitales que se realizan, algo que minimizará las pérdidas a la hora de brindar el servicio de corriente eléctrica tanto a entidades estatales como a la población.
Fidel se ha referido a como la Revolución Energética posibilitará el ahorro de mil millones de dólares al año y que no serán los únicos, pues también está lo que puedan reportar la perforación y extracción de los posos de petróleo de la Isla, labor que se ejecuta con tecnología moderna.
Sin embargo, por otro camino andan los Industrializados, la conciencia de la necesidad de ahorrar, es un elemento ausente de las sociedades de consumo, que enajenadas con los vicios del mercantilismo no son capaces de advertir la destrucción de su propia existencia.
Más perturbadora todavía es la realidad de otros que como Estados Unidos no temen derrochar, porque se apoderan de los recursos de las naciones que ataca bajo pretextos que luego no pueden ser comprobados.
Ahí está el caso de Irak, dueño de unas de las mayores reservas mundiales de combustible y ocupado por la superpotencia hegemónica invocando la existencia de armas de destrucción masiva que nunca aparecieron por lado alguno.
No son tampoco casuales las amenazas sobre Irán y Venezuela.
En medio de la convulsión, Cuba se esgrime como una muestra de voluntad política para evitar el holocausto de la humanidad, ofrece sus resultados y recomienda el ahorro como alternativa fundamental.
La pronosticada crisis de los hidrocarburos, junto a fenómenos como el SIDA, la desertificación y las guerras, entre muchos otros, pone a prueba hoy la capacidad del hombre, sin dudas el único responsable de un futuro que debe garantizarse desde ahora, pues mañana puede ser muy tarde.
De no aplicar estrategias y políticas valientes, acertadas y rápidas, pondremos las reservas terrenales en una cuerda floja, susceptibles a cualquier ventolera que has haga caer al vacío.