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El presidente Barack Obama rindió un homenaje a los hombres y mujeres que han muerto defendiendo a Estados Unidos y aseguró que los veteranos de Vietnam son héroes de guerra subestimados y en ocasiones vilipendiados que se han mantenido fieles a su nación pese a un regreso agrio a su país. (Fuente: agencia AP)
Un discurso electorero y demagogo lo aguanta todo: verdades fragmentadas, ocultaciones, distorsiones y mentiras edulcoradas.
Parece razonable y hasta bastante justo que Estados Unidos se
preocupe y ocupe de los soldados que envió a Vietnam ya que una parte
considerable de ellos regresó mental y físicamente destrozada y por lo
que se ve, aun permanece desamparada. En fin de cuenta, a todos los
embarcaron bajo los cánticos de sirenas de un patriotero discurso
manipulador, para terminar pasando de victimarios a víctimas, o mejor
aún, adquiriendo conciencia sobre una de las grandes injusticias del
siglo XX en la que se les involucró.
Pero de ahí a seguir otorgándole un rango de héroes y silenciar por
qué y para qué fueron lanzados a un país ajeno en detrimento de su
independencia y dignidad hay un insuperable trecho. Menos aún cuando hoy
día varias generaciones de vietnamitas continúan padeciendo los
horribles efectos del llamado agente naranja diseminado desde aviones
estadounidenses sobre poblaciones civiles, bosques y sembradíos.
No cabe dudas de que la mentira reina en las pujas electorales norteñas en pos de mantenerse o llegar a la Casa Blanca. Obama busca los votos de los veteranos, mientras su inminente rival Mitt Romney
está prometiendo que bajo su mandato, Estados Unidos contaría con una
“fuerza incomparable en cualquier parte del mundo”, para repetir, con
toda seguridad, las mismas fechorías que en Vietnam.
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