Por Javier Couso
Tomado de La pupila insomne
El
periodismo del mejor de los mundos se caracteriza por la inmediatez, la
sobreproducción, la descontextualización y la magnificación de la
anécdota. Es lo que la comida rápida a la alimentación. Es lo que el
griterío al entretenimiento.
Inmediatez
porque lo importante es la velocidad, sobreproducción para abrumar,
descontextualización para no comprender, anécdota para que siga el
espectáculo. Como la fast food, se consume rápido y es barata, pero intoxica.
Lo que se vende como novedoso no deja de
ser posmoderno. Es todo envoltorio con contenido de fin de la historia.
Sí, vivimos en el mejor de los sistemas que existe; todo lo demás es
condenable o, manteniendo la comedia, desfigurado de manera graciosa.
Somos superiores pero con chispa, que se note.
Prensa al nivel de un espacio social que
se cree superior, casi gnóstico, que no pierde el tiempo en reflexionar
porque corre a los centros comerciales a consumir o, si no hay dinero,
al botellín y al fútbol o al botellín y al cotilleo, cosas propias del
sector cultural asignado a las cuotas. Modernos pero sexistas.
Tertulias de la pluralidad del disfraz,
opiniones contrapuestas que se complementan en lo importante. Todólogos
de las derechas que dan paso a las izquierdas. Gritando en la anécdota,
dándose la mano en la esencia.
Información de Régimen, desinformación
para mantener la superficialidad, mentes simples para libertades
simples. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, nos roban
por nuestro bien. Somos tan malos, derrochones y vivebien, que nuestros gobiernos, para enseñarnos, nos quitan la educación, la sanidad y la vivienda. Por malos, … que somos muy malos.
Voceros del “nada diferente es posible”.
Del “dentro de un orden”, su orden. El orden de los jefes, de sus jefes.
Estrellas mediáticas con sueldos pagados con ERES, sangría de
compañeros con silencio de sueldo galáctico. Rostros parlantes que
callan para vocear los enemigos de aquí y de allá, los enemigos de los
negocios, sus negocios, los de sus jefes.
Libertad de prensa, pero solo para los
ricos. Solo para unos pocos, muy pocos, los que tienen en sus manos TODO
el altavoz ¿Nosotros? Sí, libertad de expresión, pero que no se oiga,
que solo oigan los cercanos. El altavoz es para la gente de bien, su
bien.
Todo tranquilo en los rebaños de ovejas,
nos lo dicen los medios, hay que balar sin molestar mucho, que si no
viene el pastor de azul con su vara negra… se debe balar dentro de un
orden, su orden.
Así vamos, día a día escuchando las
grandes voces, las suyas, interpretadas por actores con vestuario de
marca registrada y atrezo de pluralidad virtual.
Vivimos en el mejor de los mundos, el
anecdótico. Si das casa a una familia pobre abrirás los informativos, si
se la das a todas las familias serás rojo y peligroso ¡Qué una cosa es
la caridad y otra la Justicia Social!
Ya sabes, la modernidad son las formas. Y así te lo contamos.
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