Las calles fueron inundadas por los jóvenes chilenos en reclamo de una educación pública con acceso para todos |
Por Sergio Rivero Carrasco
Fotos tomadas de Internet
Los niños, adolescentes y jóvenes cubanos desde el triunfo revolucionario del Primero de Enero de
1959, tienen el derecho a la Educación gratuita como una conquista básica de la Revolución Socialista; incluso, constituyó
uno de los puntos formulados por Fidel Castro en su alegato de
autodefensa en el juicio del Moncada en 1956, conocido por “La Historia me
Absolverá”.
Como derecho básico de este pueblo, en los momentos más crudos del período
especial a partir del inicio de los 90 del siglo XX, nunca se dejó depresupuestar con prioridad a la Educación en todas sus enseñanzas y modalidades estimulando
la universitaria hasta el nivel de las comunidades, unido a la continuidad de estudios de
posgrado con el acceso a maestrías y doctorados que hoy prestigian nuestros Centros
de Altos Estudios.
Miles de jóvenes cubanos ingresan cada año a los altos centros docentes y a todas las enseñanzas sin costo económico alguno |
Esta voluntad de Estado y de Gobierno se multiplicó en la República
Bolivariana de Venezuela, en Bolivia y se extiende por otros países como
Ecuador, Nicaragua, entre otros; pero algunos paises del continente quedaron a la zaga y las
dictaduras caducas dejaron como herencia desastres educacionales que hoy pagan
con una alta cuota de sacrificio las jóvenes generaciones decididas a lograr ese derecho esencial que le asiste como ciudadanos y seres humanos, con
independencia de las políticas abrazadas por sus gobiernos. Ese es el caso de
Chile, que se mantiene desde hace poco más de dos años con las calles inundadas de
protestas juveniles en encarnizada lucha por lograr la educación gratuita con acceso
para todos.
Resulta
paradójico para un país que, desde hace décadas, es presentado por las clases
dominantes como un paradigma de democracia en América Latina sucedan cosas como estas. Es que en
realidad el conflicto se ha tornado en enconada lucha por un derecho básico del
pueblo, una situación que contrasta con los logros de otros países del
continente, que siempre pusieron la educación en un lugar prioritario para las
grandes mayorías, pero que nunca han sido mirados por “los grandes” como verdaderamente democráticos.
Uno de los
derechos fundamentales de los pueblos es el de la educación pública y gratuita.
Por eso vienen luchando los jóvenes chilenos desde hace largos años y en
particular desde el mes de mayo del 2011, cuando esa batalla cobró dimensiones
multitudinarias y se hizo conocer en el continente.
Como se ha explicado en otras oportunidades, el sistema educativo chileno es el fruto de lo que dejó la dictadura que encabezó el dictador Augusto Pinochet: una educación, secundaria y universitaria, cada vez más privatizada, de costos sumamente elevados –para estudiar los jóvenes deben pedir créditos a la banca privada que las familias pagan durante años–, inaccesible para los sectores populares, al servicio del mercado y de espaldas a las grandes mayorías.
Esas acciones que tomaron dimensiones hasta entonces desconocidas a partir del 2011 continúan. Hace unos días salieron a manifestarse los estudiantes de colegios secundarios y universidades privadas convocados por la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces) y el Movimiento de Estudiantes de Instituciones Privadas (Mesup). “Tenemos demandas compartidas con los universitarios, como son la educación gratuita y el fin del lucro”, expresó un referente de la Aces, según ha informado EFE.
La respuesta del gobierno de Piñera tampoco cambió en estos dos años: oídos sordos y represión. El movimiento estudiantil chileno ha sufrido muchas represiones en estos dos años, y para hacer frente a eso ha sabido aliarse con sectores de trabajadores y de las poblaciones de los barrios. El mensaje del gobierno está claro más represión y menos educación.
Como se ha explicado en otras oportunidades, el sistema educativo chileno es el fruto de lo que dejó la dictadura que encabezó el dictador Augusto Pinochet: una educación, secundaria y universitaria, cada vez más privatizada, de costos sumamente elevados –para estudiar los jóvenes deben pedir créditos a la banca privada que las familias pagan durante años–, inaccesible para los sectores populares, al servicio del mercado y de espaldas a las grandes mayorías.
Esas acciones que tomaron dimensiones hasta entonces desconocidas a partir del 2011 continúan. Hace unos días salieron a manifestarse los estudiantes de colegios secundarios y universidades privadas convocados por la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces) y el Movimiento de Estudiantes de Instituciones Privadas (Mesup). “Tenemos demandas compartidas con los universitarios, como son la educación gratuita y el fin del lucro”, expresó un referente de la Aces, según ha informado EFE.
La respuesta del gobierno de Piñera tampoco cambió en estos dos años: oídos sordos y represión. El movimiento estudiantil chileno ha sufrido muchas represiones en estos dos años, y para hacer frente a eso ha sabido aliarse con sectores de trabajadores y de las poblaciones de los barrios. El mensaje del gobierno está claro más represión y menos educación.
MUESTRA GRÁFICA
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