Por Iroel Sánchez
Tomado de La pupila insomne.
El
próximo lunes 19 de noviembre, comenzará en La Habana un nuevo ciclo de
conversaciones en busca de dar fin a uno de los conflictos armados más
prolongados en la historia de América. No son pocos sus enemigos.
La guerra en Colombia
genera un flujo de dinero y recursos desde Estados Unidos que beneficia
a importantes sectores de ese país y las profundas causas económicas y
sociales que constituyen el sustrato de la violencia armada -inscritas
en la agenda de las conversaciones- no pueden ser modificadas sin
afectar intereses de grandes terratenientes y empresas transnacionales
que han labrado a lo largo del tiempo su influencia dentro de la
política colombiana. Una expresión de lo anterior es el modo en que el
expresidente colombiano Álvaro Uribe ha estado atacando el proceso que ahora se inicia.
Muchos se preguntan si esta vez los
intereses que representan personas como Uribe no volverán a sabotear la
búsqueda de una salida negociada a una guerra cuyas principales víctimas
salen de los sectores más vulnerables del pueblo colombiano y qué es
distinto ahora con respecto a procesos anteriores.
Más allá de la conciencia creciente en la
sociedad colombiana del desgaste de la vía armada que no ha podido
terminar con la guerrilla, la América que observa las negociaciones es
también diferente. La existencia de numerosos gobiernos de izquierda
-incluso con líderes exguerrilleros- que han llegado al poder por la vía
electoral y el debilitamiento de la influencia norteamericana en la
región, crean un marco más favorable pero no menos complejo con respecto
a otras ocasiones.
Dentro de ello, la permanencia de la
Revolución cubana y el reconocimento de su papel como garante han sido
una constante histórica que ha acompañado todos los esfuerzos de
búsqueda de la paz en Colombia. ”A Cuba, agradecerle
el hecho de que es el anfitrión y nos ha ayudado mucho para estas
concertaciones”, dijo el pasado miércoles el presidente colombiano, Juan Manuel Santos,
al comentar el papel de la Isla en las negociaciones y añadió que la
forma como la las autoridades cubanas han colaborado “merece el
reconocimiento nuestro, la gratitud nuestra”.
No es el primer mandatario colombiano que
lo hace. Desde la década de los ochenta, Cuba ha jugado un importante
rol en la búsqueda de soluciones al conflicto que sacude a la nación
sudamericana. Momentos críticos de ese devenir han sido las salidas
incruentas a la ocupación de la embajada dominicana en Bogotá o al
secuestro del hermano del expresidente César Gaviria. El líder de la
Revolución cubana, Fidel Castro, ha desempeñado un papel clave en todos esos procesos y los ha documentado en un libro titulado La paz en Colombia.
Pero sólo las partes, y la manera en que
los sectores más representativos de la sociedad colombiana las acompañen
hacia el entendimiento que el país necesita para la profunda
transformación de las causas que sostienen la guerra, determinarán el
éxito o el fracaso del proceso que ahora se inicia.
(Publicado en CubAhora)
Artículos relacionados:
No hay comentarios:
Publicar un comentario