Cuba presenta hoy la más baja mortalidad infantil de América Latina y se ubica al nivel de los países desarrollados, según el informe sobre el cumplimiento de los objetivos de desarrollo del milenio a pesar de ser un país bloqueado y constantemente agredido de disímiles formas por parte de los Estados Unidos.
La tasa de mortalidad infantil en la mayor de las Antillas fue de 5,8 por cada mil nacidos vivos en el 2004, la más baja de América Latina y al nivel de los países desarrollados.
Si nos transportáramos al Municipio Especial Isla de la Juventud, la tasa fue en el 2004 de 1,8 por mil nacidos vivos, lo que corrobora todas las acciones de salud que desarrolla el Estado Cubano en bien de todos los sectores de la sociedad.
Con este índice Cuba considera cumplido este objetivo de desarrollo del milenio, comprometido ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la Cumbre celebrada en el 2000 en la que los países se comprometían a cumplir nueve acuerdos básicos para el desarrollo como la eliminación del 50 por ciento de la pobreza, asegurar una educación integral a los niños y jóvenes, combatir las pandemias como el SIDA y comprometerse a reducir ese flagelo proporcionando una atención adecuada desde el punto de vista educativo para el pueblo y para los que ya padecen de la enfermedad, entre otras acciones.
El propósito cubano es reducir en dos tercios la mortalidad de los menores de cinco años entre 1990 y el 2015; las principales causas de muerte se relacionan con ciertas afecciones originadas en el período perinatal y las malformaciones congénitas.
En el país está en ejecución un acelerado programa para conocer las causas genéticas de la discapacidad, a fin de actuar al respecto y contribuir todavía más al descenso de los fallecimientos infantiles.
La realidad indica que por la voluntad política del Gobierno Revolucionario al poner todos los recursos necesarios en función de lograr esos propósitos como esenciales y de prioridad uno, el 99,2 por ciento de las niñas y niños cubanos sobreviven a los cinco años y las diferencias provinciales respecto a estos resultados son mínimas porque el programa está proyectado para eliminar cada vez más las diferencias territoriales a partir de lograr un desarrollo equitativo de la ciencia y la técnica en todo el país en función de la salud de los cubanos.
En su programa para Asistir a una Cuba Libre, el gobierno yanqui ha manifestado su interés en cuanto a la vacunación de los niños cubanos una vez realizada la supuesta transición a que aspiran.
No hay más desfachatez que esa puesto que en Cuba todos los infantes reciben -de manera gratuita- 10 tipos de vacunas que les protegen contra 13 enfermedades transmisibles desde el mismo triunfo de la Revolución, realizado en sus inicios por la acción de los Comités de Defensa de la Revolución (que ya cumplen 45 años de creados), en coordinación con el Ministerio de Salud Pública, haciendo de esa protección una voluntad y acción social.
Por estas campañas periódicas y masivas se lograron eliminar seis enfermedades prevenibles por vacunas: poliomielitis, difeteria, sarampión, tosferina, rubeóla y parotidis.
Una de las esferas de la vida social en que más logros se ha obtenido es precisamente la de la salud de la niñez.
El programa materno infantil resulta uno de los principales y con mejores resultados dentro de la política social gubernamental.
Sergio Rivero Carrasco
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