Estos días en los que se han pusto de manifiesto la solidaridad y el estoicismo cotidino ante el paso del Huracán Rita entre todos los cubanos y del propio Estado Revolucionario con cada uno de los hijos de este país que lo necesitó, consolido mis convicciones de que la voluntad política de un gobierno es decisiva en el logro de una satisfacción cada vez más creciente de las necesidades espirituals de la población.
Por las razones antes expuestas quiero compartir con ustedes las siguientes reflexiones:
La Revolución nos enseñó que por poderosos y hegemónicos que sean nuestros enemigos no pueden contra la voluntad del pueblo junto a Fidel, de un pueblo defendiendo sus conquistas, sus ideas y sus aspiraciones. Con ellas aprendimos el valor de la resistencia sin claudicaciones, a salir de los momentos difíciles mirando confiados al futuro.
La Revolución fundó al Partido y nos enseñó y demostró que nuestra mejor estrategia es la unidad que el propio Partido preserva y fomenta. Nos enseñó además, que su obrar mayor son las ideas y que nuestros héroes no están ni olvidados ni muertos.
La Revolución nos enseñó el valor de la dignidad y el decoro, a convertir el revés en victoria, a recuperar lo perdido y a avanzar mucho más como lo hicieron los primeros jóvenes que arribaron a la antigua Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud, cuando quedó prácticamente devastada por el azote del ciclón Alma en 1966.
La Revolución nos enseñó a pensar con cabeza propia, a ser antiimperialistas e internacionalistas. Nos enseñó el valor que tiene la honradez, la honestidad, la laboriosidad, la lealtad.
La Revolución nos enseñó a quererla y a defenderla porque esta es la Revolución que le asestó la primera derrota al imperialismo yanqui en América Latina; porque esa es la Revolución de los humildes, con los humildes y para los humildes.
Porque esta es la Revolución que nos enseñó que al imperialismo no se le puede dar ni un tantico así.Esta es la Revolución de la cultura y del deporte, la que hoy defiende sus intereses y la de todos los países pobres del mundo ante la globalización neoliberal.
Es la Revolución de mujeres heroicas y de hijos valientes.Es la Revolución que no maltrató a ningún prisionero de guerra y que no tiene ni desaparecidos ni asesinados.
Es la Revolución que, atravesando por momentos económicos difíciles, no vaciló en prestar ayuda solidaria y desinteresada a todos los pueblos del mundo que lo necesitaban.
Es la Revolución que sus hijos ayudaron a acabar definitivamente con el oprobioso régimen del Apartheid.
Es la Revolución que ha construido y remodelado escuelas, hospitales, policlínicas, escuelas de Instructores de Arte, fábricas, en medio de un cruel bloqueo económico que ha costado más de 60 mil millones de dólares.
Es la Revolución que cambió el destino de nuestra América.
Es la Revolución que nos enseñó que todo lo que hagamos depende, en primer lugar, de nuestro propio esfuerzo.
Es la Revolución que nos enseñó que cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla.
Es la Revolución en la que sus líderes cuidan a su pueblo y el pueblo cuida a los líderes.
Es la Revolución donde no se rinde nadie.
Es la Revolución que nos enseñó que la inteligencia colectiva está en el pueblo y que ninguno de nosotros, solo, no vale nada.
Si faltó algún argumento para quererla y defenderla más, es porque esta es la Revolución de Fidel, de Raúl y del pueblo cubano.
Sergio Rivero Carrasco
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