domingo, diciembre 11, 2005
Desde el banquillo de los insurrectos (II)*
"De pensamiento es la guerra mayor que
se nos hace, ganémosla a pensamiento."
José Martí
Una forma de demostrar que el interés de los Estados Unidos por apoderarse de Cuba tiene raíces históricas y nada tiene que ver, en lo particular, con el triunfo e la Revolución cubana que instauró el Socialismo apenas llegó al poder, es argumentarles con algunos hechos que ponen de manifiesto lo antes expuestos.
Después de que Martí alertara a cubanos y latinoamericanos del peligro que representaba para nuestras naciones los Estados Unidos, poco tiempo bastó para demostrarlo.
En 1897 el presidente Mc Kinley, quejándose de la situación existente en Cuba decía: “...una guerra casi a la vista de nuestras costas que afecta penosamente a los ciudadanos americanos y a los intereses de los mismos en toda la extensión de la Isla...”
Ese mismo año el secretario de guerra J. C. Breckenridge dio instrucciones a las tropas norteamericanas: - Habrá que destruir cuanto alcancen nuestros cañones, con el hierro y con el fuego habrá que extremar el bloqueo para que el hombre y la peste, su constante compañera, diezmen la población pacífica. Y mermen su ejército (...) resumiendo, nuestra política se concreta en apoyar siempre al más débil contra el más fuerte, hasta lograr la completa exterminación de ambos, para lograr anexarnos a la Perla de las Antillas.
En 1898 después de que los cubanos habían peleado y casi tenían lograda la independencia, intencionalmente realizaron la voladura del acorazado Maine en la Bahía de La Habana el 15 de febrero de 1898 pretendiendo demostrar que los cubanos éramos unos incapaces y no podíamos mantener el orden. Le declararon la guerra a España e impidieron la entrada triunfante de Calixto García y las huestes mambisas a Santiago de Cuba.
Lo más oprobioso es que al finalizar la guerra se firma el Tratado de París en diciembre del 96´ entre España y Estados Unidos sin tener en cuenta a Cuba que era la que había luchado contra España. Muy rápido, el primero de enero de 1899 ocuparon a Cuba, arriaron la bandera española en El Morro e izaron la norteamericana y se inició la República Neocolonial.
En franca alianza con los gobiernos títeres que se sucedieron desde 1902 con el estreno entreguista de Don Tomás Estrada Palma, hasta Fulgencio Batista y Zaldívar en 1958 en que huye y se refugia al amparo yanqui en República Dominicana ante el triunfo irreversible de la Revolución.Minaron nuestra economía y la hicieron más dependiente, nos impusieron La Enmienda Platt, que era la guillotina del país y el mecanismo más avanzado de inicios de Siglo, nos arrebataron la otrora Isla de Pinos hasta que la conquistamos en una tenaz lucha por la razón y por la verdad.
También en contubernio con los gobiernos títeres de turno robaron la riqueza nacional, se dedicaron al pillaje, al bandidismo, al terrorismo y multiplicaron los males de la república creando las condiciones necesarias, es decir, tratando de que la fruta estuviera madura para anexarnos definitivamente.
No faltaron protestas ni intentos de una lucha seria y prolongada con las generaciones de los años 20 y del 30 con Pablo de la Torriente Brau, Julio Antonio Mella, Juan Mainello, Raúl Roa, Alejo Carpentier, entre otros, que luchaban por ver libre y próspera a la Patria.
Aquí le dimos tremenda arremetida porque a partir de la profundización de las protestas que llegaron a abarcar a todo el país, por la devolución de la Isla de Pinos a Cuba, fue firmado el Tratado Hay Quesada, firmado por John Hay por la parte norteamericana y Gonzalo de Quesada por la parte cubana, mediante el cual se devolvía a Isla de Pinos al territorio cubano. Este fue el primer triunfo concreto en la lucha contra el imperialismo norteamericano.
Así llegamos a la década del ´50, la lucha revolucionaria se incrementa a la par de los males de la sociedad cubana de entonces y es donde florece la Generación del Centenario comandada por Fidel que primero en 1953 asaltan al Cuartel Moncada, la segunda fortaleza militar cubana para derrocar al régimen batistiano, entreguista, profundamente reaccionario y represivo.Como no permitimos tampoco esta vez que se salieran con la suya y el Primero de Enero de 1959 triunfó “la Revolución de los humildes, con los humildes y para los humildes”, como bien precisó Fidel, estamos siempre en el banquillo de los insurrectos porque a los yanquis, no se les puede dar ni un tantico así.
Sergio Rivero Carrasco
*Serie de trabajos que pretende demostrar el interés yanqui por poseer a nuestra Isla a través de su historia, razón por la cual se acrecentó con el decursar del tiempo nuestro sentimiento antiimperialista.
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