La elección por amplia mayoría del presidente boliviano Evo Morales este domingo, representante del Movimiento al Socialismo (MAS), suma otro pueblo a la cuenta de los luchadores latinoamericanos que nada tienen que perder y sí mucho que ganar.
Formamos parte de esa también amplia mayoría de que habló el presidente venezolano Hugo Chávez en Mar del Plata, Argentina, en la Cumbre de Las Américas, al imponer su replica a los planteamientos del diminuto ideológico Vicente Fox, cuando luchaba a brazo entreguista para que los allí presentes suscribieran la aprobación del Acuerdo del Libre Comercio para las Américas (ALCA) como “futuro” para los pueblos de nuestra región, como si no fuera en realidad una expresión de alta intensidad de un proyecto de dominación continental.
Una muestra de la aplastante voluntad popular y democrática ha sido el triunfo del indígena Morales; autodenominado representante de la voluntad de los más vilipendiados y explotados de esa población indígena que representa el 80 por ciento del total en Bolivia e integrada por
aymaras, quechuas, chiquitanos y guaraníes.
Es Bolivia la nación sudamericana más pobre de esa latitud, cuyo desarrollo económico y social se ve seriamente limitado, entre otras razones, por la pérdida de sus costas marítimas en la llamada guerra del Pacífico a manos de Chile en el siglo XIX.
La primera persona en reconocer el triunfo de Morales fue su principal rival en los comicios, el conservador Jorge 'Tuto' Quiroga, del Poder Democrático y Social (Podemos).
Esta es una aplastante victoria de una figura asidua de los Foros Sociales de Porto Alegre, de una clara oposición al Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) y partidario de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), y representa otro duro golpe a la estrategia de dominación económica y política de la Administración norteamericana de George W. Bush en el subcontinente latinoamericano, agotado y exhausto de recetas neoliberales y draconianos ajustes del Fondo Monetario Internacional.
A los gobiernos de Brasil, Venezuela, Argentina y Uruguay se suma ahora, de confimarse, la Bolivia de Evo Morales en un fuerte frente anti-ALCA.
Para los bolivianos ha llegado el momento de llevar con fuerza las riendas de la nación. Ese pueblo unido a su indiscutible líder tendrá que crecerse en lo adelante ante el poder neoliberal de las transnacionales del imperio y de las acciones terroristas con las que de inmediato tratarán de impedir el desarrollo de ese gobierno popular y revolucionario.
Nuestro pueblo celebró como suyo este triunfo. Sabemos bien el precio de la libertad y de la decisión de los cubanos de entregar sus vidas si fuera necesario para defenderlo.
Hizo Evo un llamado a los movimientos sociales y políticos de Latinoamérica para reconstruir “la patria grande” imaginada por Simón Bolívar y el “Tawantinsuyu” del imperio Inca. Aunque también prometió un gobierno no excluyente que jamás extorsionará a quien quiera invertir en nuestro país.
Honrosas páginas de Internacionalismo escribieron revolucionarios cubanos junto al Che que, como parte de su Destacamento de Vanguardia, regaron su sangre en esa misma tierra siguiendo el legado de Bolívar y de Martí de liberar a la América toda lo cual enalteció la estirpe redentora e independentista con que ha quedado impregnada desde sus ancestrales culturas su historia patria.
Esos paradigmas también lo saben los que componen ese 80 por ciento de los hijos explotados de Bolivia y lucharán por mantener el triunfo alcanzado, seguros de que también sumarán un pueblo más a la cuenta por la victoria del ALBA sobre el ALCA en nuestro hemisferio porque como bien aseveró Chávez: “El gran día de nuestra América Latina ha llegado. Hagámoslo posible”.
Sergio Rivero Carrasco
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