domingo, diciembre 11, 2005

Desde el banquillo de los insurrectos (I)*


"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace,
ganémosela a pensamiento"
José Martí
Esta disputa tiene raíces históricas. Su causa esencial ha radicado en las pretensiones de los vecinos del Norte de imponernos concepciones hegemónicas y geopolíticas, desconociendo nuestro derecho como nación a la independencia y soberanía, así como a decidir nuestro propio régimen económico, político y social que consideremos más conveniente.
En realidad fue desde finales del Siglo XVIII, en que se produjo la Guerra de Independencia de las Trece Colonias de Norteamérica que dio origen a la formación de los Estados Unidos de América como nación, Benjamín Franklin, uno de sus padres fundadores, escribió acerca de la necesidad de colonizar el valle del Mississippi: “(...) para ser usado contra Cuba o México”.
La historia se encargó de demostrar que era cierto. A México le arrebataron la región de Texas (1845) y después otros territorios. A Cuba la han tenido en el banquillo todo el tiempo por más de 200 años por el interés de dominarnos y la rebeldía natural de nuestra estirpe mambisa que lo impide a cada paso y se rebela.
Más tarde la doctrina del “derecho natural”, que presente entre derechos contenidos en la Declaración de Independencia, sirvió para justificar el expansionismo dictado por el “Destino Manifiesto” y convertido en política de Estado contradiciendo todos los preceptos éticos contenidos en la Declaración de Independencia del 4 de Julio de 1776.
Toda la etapa colonial estuvo caracterizada por el enfrentamiento a España, pero con la mira puesta en el Norte porque, a decir de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, iniciador de la Revolución de 1868 al darle la libertad a sus esclavos y lanzar el grito de ¡Viva Cuba Libre!, expresó: “Estados Unidos, y puede que yo té equivocado, pero en mi concepto su gobierno a lo que aspira es a apoderarse de Cuba sin complicaciones peligrosas para su nación (...) este es el secreto de su política y mucho me temo que cuanto haga o proponga, seda para entretenernos y que no acudamos en busca de otros amigos más eficaces y desinteresados”.Por otra parte aseveró que “a la imparcial historia tocará juzgar si el Gobierno de esa República ha estado al lado de su pueblo y de la misión que representa en América...”
También José Martí, el Apóstol de la Independencia y nuestro Héroe Nacional, dedicó parte pare de sus esfuerzos a alertar sobre los verdaderos objetivos que perseguía Estados Unidos, puestas en evidencia por él en varios artículos periodísticos. Un ejemplo de ello es “Vindicación de Cuba”, publicado en The Manufacturer, de Filadelfia, el seis de marzo de 1889 titulado ¿Queremos a Cuba?. En él se calificaba a los cubanos de indeseables, perezosos, incapaces..., que por esas razones nos mantuvimos sojuzgados por España y aseveraban que la única salida sería americanizarnos, cubriéndonos con gente de su propia raza.
Martí, dio una contundente respuesta expresando que no somos ese pueblo de vagabundos y míseros ni el país de inútiles verbosos. "Hemos sufrido impacientes bajo la tiranía, peleado como hombres dignos y algunas veces como gigantes y a la vez exigía el respeto de los que nos ayudaron en esa difícil etapa.
Estaba claro que los planes yanquis contemplaban el destruir el ejemplo de los independentistas y de los próceres cubanos y latinoamericanos.
Enfilaron entonces los del Norte el “panamericanismo”, política dirigida no solo contra el bolivarismo, sino también a la tergiversación de este. Para implantarlo el gobierno de Estados Unidos convocó a la Conferencia Panamericana celebrada en Washington desde octubre de 1889 hasta abril de 1890, cuyos objetivos fueron publicados por el Tribune of New York, en el cual se afirmaba: “Los americanos están obligados a reconquistar su supremacía (...) y a ejercer una influencia directa y general en los asuntos del continente americano”.
Esta conferencia tuvo la más dura crítica de José Martí, quien siendo cónsul en Uruguay, habló en nombre de ese país y de Cuba y América, quien con claridad meridiana manifestó: “Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder, (...) De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia.”
El propio día de su muerte, en carta inconclusa, alertó el peligro que significaba Estados Unidos para Cuba y para los pueblos de América y expresaba :” Impedir a tiempo que los Estados Unidos, cayera con esa fuerza más sobre nuestros pueblos de América. Cuanto hice hasta hoy y haré es para eso, en silencio ha tenido que ser, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas”.
Insurrectos, sí, con toda la dignidad conquistada. Por eso estamos en el banquillo.
Sergio Rivero Carrasco

*Serie de trabajos que pretende demostrar el interés yanqui por poseer a nuestra Isla a través de su historia, razón por la cual se acrecentó con el decursar del tiempo nuestro sentimiento antiimperialista.

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