Por Lillian Lechuga
Tomade de La pupila insomne
Tomade de La pupila insomne
No
cabe la menor duda de que la Revolución colocó a la Isla en una
posición de inapelable independencia, pese a todas las acciones que haya
tomado o pueda tomar el gobierno de Washington por doblegarnos a sus
estrechos intereses. Cuba ha sobrevivido a todas las
agresiones, los actos terroristas, el bloqueo, las más falaces
acusaciones en cuanto a derechos humanos y a cualquier otro intento que
les facilite el camino hacia la tan ansiada
aspiración yanqui de volver el tiempo más de medio siglo atrás. Pero el
pueblo cubano tiene la firme vocación de ser libre e independiente.
En sentido general la política estadounidense está siguiendo las mismas pautas que siguió cuando estaba en todo su vigor la Guerra Fría
, como si el mundo no hubiera cambiado radicalmente. No tiene
originalidad y es anacrónica en todo sentido. Hoy, como sabe cualquiera
menos algunos personajes en Washington y Miami, el
paisaje político en todos los continentes no se parece en nada al que
existía cuando triunfó la Revolución en Cuba. Aún cuando la Unión
Soviética desapareció, esta isla caribeña ha demostrado con creces que
se sostiene y avanza no obstante todos los obstáculos que se ponen en su
camino, con soluciones propias, siguiendo su ruta independiente y con
su prestigio intacto.
Parece increíble que grupos minoritarios puedan lograr sus estrechos
propósitos contra los intereses de las mayorías norteamericanas a las
que se les oculta el origen de sus sucias maniobras. Todavía en el
Congreso hay quienes tienen la influencia suficiente para lograr esos
fines. Por supuesto son los elementos más reaccionarios, los que se
agrupan o simpatizan con el Tea Party y aquellos cubano americanos que se benefician política y económicamente mientras logren mantener el statu quo.
Sin embargo, la opinión pública de Estados Unidos
está cambiando a favor de normalizar relaciones y el lobby
norteamericano de negocios quiere particularmente aprovecharse de un
posible mercado, que, opinan, podría aportarles un millón de millones al
año, afirma Alexa Van Sickle en su artículo titulado “¿Is Cuba the next emerging market?”, publicado por la revista Forbes, especializada en asuntos de interés para los grandes magnates y las transnacionales yanquis.
Y se pregunta cuán posible sería que el embargo (la propaganda
oficial de Washington califica esa política con ese nombre pues bloqueo
significa un acto de guerra) se levantara dentro de poco tiempo. Del
lado de Estados Unidos, el embargo no sería eliminado sin la aprobación
del Congreso –apunta– y existe una oposición significativa a tener
relaciones con la Isla. Y esto requeriría un cambio más profundo por la
parte cubana –dice la autora–. Tal vez no se logre tan rápidamente como
muchos congresistas exigen. Pero Cuba –dice– aumenta el énfasis en sus
inversiones foráneas y esta sería una oportunidad para un crecimiento y
un cambio sostenible, opina Van Sickle.
Ese “cambio profundo” al que se refiere la periodista de Forbes, tendría que originarse en Washington.
“Cuba –reconoce– se está convirtiendo cada vez más en un mercado
importante para las compañías norteamericanas […].Todos quieren tener
algún tipo de presencia”, aseguró Héctor Rainey, director ejecutivo de
Intervision Foods de Atlanta en entrevista con Orsi, reportero de la AP
durante la Feria de Agricultura en La Habana. “Si de pronto cambiara
algo, dijo, aquí habría una ventaja”.
¿Qué sería para Rainey ese “algo” que tendría que cambiar?
En Cuba hay potencialmente posibilidades en diferentes sectores,
incluyendo el turismo, la agricultura de alta calidad, y aun de recursos
naturales pero hacer negocios continúa siendo un desafío, subrayó
Richard E. Feinberg en un informe de la institución Brookings titulado
“The New Cuban Economy: What Role Foreign Investment”.
En principio –opina– las leyes para las inversiones foráneas ofrecen
condiciones favorables… algunas Joint Ventures navegan exitosamente en
el sistema económico cubano.
Ese “algo que tendría que cambiar”, según algunos empresarios que
quieren tener el camino abierto para comerciar con Cuba, depende de
Estados Unidos que tendría que levantar el bloqueo y retirar las
condiciones que le imponen a La Habana para adquirir productos del
imperio. Estados Unidos le dio otro golpe al reducido comercio con la
Isla con la injusta medida de que La Habana tiene que pagar las compras
en efectivo y por adelantado a empresas norteamericanas lo que, además
de ser injusto y discriminatorio, entorpece el intercambio.
Cuba cambiará lo que estime conveniente para preservar su
independencia en medio de los obstáculos que se le ponen. El cambio
tendría que originarse en Washington cuando le den a la Isla el
tratamiento justo como país respetable que ha sabido defender sus
numerosos logros sin hacer concesiones.
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