Las nuevas tecnologías, internet, las
redes sociales han llegado a la ciudadanía con una aureola de
democratización, participación e igualitarismo que conllevó una
fascinación progresista unida a la ya de por sí inherente de la
tecnológica. No solamente se trataba de aparatitos, formatos y soportes
fascinantes tecnológicamente -como toda tecnología innovadora-,
sino que además resultaban -en tanto que igualitarias y baratas-
libertadoras en la medida en que parecía que rompían el monopolio de la
difusión de los grandes grupos de comunicación y las grandes empresas.
No se podía pedir más. No negaremos que parte de todo esto es verdad,
pero no basta con esa conclusión, existen muchos más elementos en torno a
las nuevas tecnologías de los que debemos estar alertados y preparados;
y es necesario poner en tela de juicio ese mito progresista respecto al
nuevo fenómeno comunicacional.
Debemos de plantearnos si las redes
sociales son un elemento de socialización o, por el contrario, de
aislamiento. Ya sabemos que el 39% de los usuarios de redes pasa más
tiempo socializado a través de estos canales que con otras personas cara
a cara. Y en cuanto a las motivaciones que les llevan al uso de las
redes y los contenidos y temáticas que les ocupan, el exhibicionismo de
la intimidad, la vanidad y el egocentrismo priman en redes como Facebook
por encima del interés por formarse cultural o intelectualmente.
Se
piensa que los formatos de estas redes son un fenómeno de revolución
popular de signo progresista, pero, como en la mayoría de los productos
culturales promovidos por el mercado moderno, el dominio sigue siendo de
la frivolidad, un estudio de Twitter mostró en 2012 que los picos de
actividad coincidieron con los goles de la Eurocopa, cuando los usuarios
usaban la red social para celebrarlo[1].
El futbolista Fernando Torres tenía 318.714 seguidores en Twitter y lo
único que había escrito en la red era un tuit, en inglés, medio año
antes diciendo algo así como “Todavía no he empezado en Twitter, pero
esta es mi página oficial y ya está lista para cuando llegue el momento
oportuno”. De modo que había cientos de miles de personas siguiendo a
alguien que no decía nada.
La importancia que se da a las redes
sociales es tal que se dice que algunos medios seleccionan a sus
colaboradores y columnistas según el número de seguidores que tienen en
las redes sociales. El profesor francés Salim Lamrani demostró que la bloguera anticastrista de fama mundial Yoani Sánchez, colaboradora en numerosa prensa europea, había inflado su Twitter con miles de seguidores falsos.
El supuesto igualitarismo democratizador
de las redes sociales ha tenido, no se puede negar, elementos positivos,
como el fin del oligopolio de la agenda y la selección informativa de
los grandes medios, pero también tiene su cara negativa. Se trata de la
ausencia de brújula que nos oriente para distinguir lo valioso de lo
irrelevante, lo riguroso del rumor, lo verdadero de lo falso, el
especialista del improvisador, el análisis del brillante del comentario
de bar. Que yo pueda pontificar sobre política con la misma autoridad
que Kissinger o de economía con la misma contundencia que Friedman nos
puede enorgullecer a los críticos del control de la información por
parte de los poderes, pero no supone necesariamente sustituir el
pensamiento dominante del establishment por el pensamiento alternativo
crítico.
La catarata de internet nos ofrece sin distinción el estudio
riguroso, el dato valioso, el argumento elaborado, la tesis
consparanoica sin fundamento, la cifra falsa, la suplantación de un
testigo, el megalómano mentiroso, el vanidoso cansino, la trivialidad
banal. No quisiera que se me confundiera y se pensase que estoy
defendiendo el elitismo, la historia está repleta de supuestos
especialistas y doctos que sólo eran unos mediocres pero, para cambiar y
mejorar el mundo, es necesario orientarse en la niebla y el vocerío
estruendoso puede ser tan estéril que también puede colaborar con la
reacción e impedir el cambio. Mi propuesta no es renunciar a las redes
sociales ni a otras muchas opciones que nos abre la red, sino tener
claras sus limitaciones e intentar rectificar la deriva de sus
contenidos y el perverso uso mayoritario que la ciudadanía le está
dando.
Un objetivo ideológico
Hemos de considerar que si bien la
aparición de internet ha supuesto una libertad de información -y de
desinformación- sin precedentes y el fin del oligopolio de la
distribución de esta información, en la red siguen siendo
desproporcionadamente poderosos los mismos que fuera de ella. Las
grandes empresas desarrollan métodos de presencia e influencia
abrumadora sobre el contenido de internet: a través de colaboradores
pagados en foros y webs, mediante influencia en buscadores, inversiones
en diseños y tecnología que desarrollan sus proyectos en internet.
Tampoco olvidemos que lo más leído en la red en cuanto a información
siguen siendo los grandes medios tradicionales, incluso son los más
referenciados en las redes sociales. Según datos del Instituto Nielsen
NetRatings publicados por Le Monde y citados por Ignacio Ramonet, “de
entre los doscientos sitios web de información online más visitados de
Estados Unidos, los medios tradicionales representan un 67% del tráfico”
y “el 80% de los enlaces que encontramos en las webs informativas, los
blogs o las redes sociales norteamericanos remiten a medios de
comunicación tradicionales”. Concluye Ramonet que “en internet, el
fenómeno de la concentración de información y de la escasez de
pluralismo, aunque de naturaleza diferente, no es menos importante que
en la prensa tradicional”[2].
Por otra parte, y recordando a Guy
Debord, el formato espectacular de imagen, color, movimiento,
interacción y superficialidad de la información actual ya es, en sí
mismo, ideología: “El espectáculo es la ideología por excelencia, porque
expone y manifiesta plenamente la esencia de todo sistema ideológico:
empobrecimiento, servidumbre y negación de la vida real”.[3]
Son numerosos los elementos de
ideologización que encontramos en los nuevos formatos y el nuevo patrón
informativo que se está imponiendo. Para empezar los motores de búsqueda
ya incorporan un sesgo reaccionario y conservador. Sus criterios priman
lo mayoritario, lo popular, el consenso dominante, no solo a la hora de
priorizar las temáticas, sino también las tesis sobre esos temas, los
autores, los portales informativos.
En una biblioteca uno encontraba el
libro del pensador reaccionario al lado del pensador rupturista, en
cambio Google nos ofrece los primeros diez enlaces del autor y el medio
dominante y el alternativo o contracorriente aparece mucho después. Los
grandes medios pueden disponer de técnicos y complejas estrategias
informáticas para lograr un buen posicionamiento en los motores de
búsqueda, en algunos casos incluyen en sus contenidos determinadas
palabras claves que saben que son las más buscadas por los internautas.
Tenemos así otra nueva forma de adulteración de la información que se
intoxica para triunfar en Google.
Propietarios
Para aproximarnos al ideario de los
principales interesados en el nuevo modelo informativo tecnológico
podemos hacer un somero repaso de los accionistas de las principales
empresas, es decir, quienes financian y reciben beneficios de este
modelo.
En primer lugar tenemos al gigante
Google, que cotiza en el Nasdaq y es propietario, entre otras empresas y
servicios, de Youtube y de Motorola Mobility. Entre sus accionistas,
junto a los fundadores Sergey Brin y Larry Page, se encuentra Eric
Schmidt, miembro del Club Bilderberg, fue el presidente y director
general de Google hasta abril de 2011. También Ram Shriram, antes
directivo de Netscape y de Amazon. Entre los inversores institucionales,
básicamente se encuentran grandes fondos de inversión de capital riesgo
como FMR LLC, The Vanguard Group, Inc., State Street Corporation y
otros más.
En cuanto a Facebook sabemos que recaudó
unos 18.000 millones de dólares con su salida a Bolsa, esa operación la
gestionó Morgan Stanley, que estuvo al frente de la operación junto
Goldman Sachs y JP Morgan. Su fundador, Mark Zuckerberg, posee el 18,4%
de la compañía. Entre los principales accionistas y directivos se
encuentra Goldman Sachs, un banco que, como se recordará, estuvo
implicado en la crisis financiera de Estados Unidos en 2008. También
estuvo involucrado en el origen de la crisis financiera de Grecia de
2010-2011, ya que ayudó a esconder el déficit de las cuentas griegas del
gobierno conservador.
Otro accionista de Facebook es Erskine Bowles
(también es miembro de la junta directiva), fue alto cargo de la
administración Clinton y ahora de la de Obama como presidente de la
Comisión Nacional de Responsabilidad Fiscal y Reforma. Además es miembro
de la junta directiva de General Motors, Morgan Stanley y Norfolk
Southern Corporation. También tenemos a Sheryl Sandberg, quien trabajó
para Google y el Banco Mundial. Fue jefa de gabinete en el Departamento
del Tesoro en la Administración Clinton. Pertenece al directorio de
empresas como Walt Disney y Starbucks. Y Reed Hastings, director
ejecutivo de Netflix, un proveedor de internet estadounidense, y miembro
del consejo de administración de Microsoft, además del de Facebook.
La mayoría de los accionistas de Twitter
proceden de firmas de capital de riesgo como Spark Capital, Union Square
Ventures, Kleiner Perkinsm Benchmark Capital, Institutional Venture
Partners, T. Rowe Price, y DST Group. La empresa está obsesionada con
que no sean más de 500 para no tener que cotizar en bolsa y no hacerlos
públicos. Se sabe que entre los accionistas de Twitter se encuentra el
príncipe saudí Alwaleed bin Talal, quien anunció en diciembre de 2011
que había adquirido una participación de 300 millones de dólares. Skype
ha sido comprada recientemente por Microsoft y Tuenti es propiedad en su
mayoría de Telefónica.
A todo lo anterior podemos añadir los
intereses empresariales de los consorcios de fabricación de teléfonos
móviles, la industria de la informática y las operadoras de telefonía e
internet. En conclusión, una vez más, detrás de las empresas de los
nuevos formatos de comunicación, están los grandes grupos de inversión
mundiales junto con algunos multimillonarios de la nueva economía, es
fácil deducir la ideología que promoverán.
Censura
La propiedad privada de las empresas
tecnológicas y sus soportes tecnológicos modernos les permiten todo tipo
de censura que, asombrosamente, es aceptada por ciudadanía y los
poderes públicos. Se considera a redes sociales como Facebook y soportes
como Youtube ejemplos de logros en la democratización de la información
sin percibir que se trata de empresas privadas que, mediante un teclazo
desde sus centros de control, pueden eliminar un contenido díscolo y
hacer desaparecer a un usuario con la resignación de una sociedad que
nunca se plantea que estamos ante un ataque a la libertad de expresión.
Facebook veta imágenes que no le gustan y expulsa de sus páginas a
colectivos que le parecen indeseables. En junio de 2012, Facebook
censuró una portada de la revista de humor española El Jueves alusiva a
Merkel y Rajoy y comunicó al administrador que la había colgado que se
le sancionaba con 30 días sin poder subir contenidos a la red social.[4]
Si la revista se seguía distribuyendo con normalidad en los quioscos y,
en cambio, en la red social Facebook no se permitía y se sancionaba al
usuario estábamos sufriendo, de manos de las redes sociales, un
retroceso de la libertad de expresión.
Las noticias de grupos sociales que ven
eliminada su página de Facebook son constantes, en abril de 2011
diferentes colectivos que protestaban en el Reino Unido contra los
recortes de su gobierno denunciaron el cierre de sus páginas en esta red[5].
Ese mismo mes unos activistas españoles del 15M denunciaban que el
anuncio de su manifestación, con más de veintitrés mil asistentes
confirmados, era borrada de varias de sus páginas.[6]
Youtube elimina vídeos bajo cualquier argumento insostenible, como
sucedió con la cuenta del portal Cubadebate por un vídeo que denunciaba
el apoyo financiero que recibía el terrorista Luis Posada Carriles[7],
autor intelectual de la explosión de un avión civil cubano que provocó
la muerte de 73 personas.
Algunos usuarios también denunciaron que les
borraron vídeos de Youtube, al igual que su cuenta de usuario,
argumentando que violaban derechos de autor cuando se trataba de
imágenes de televisiones públicas que las emitían y las cedían para
libre uso.[8]
Las denuncias de los afectados por esas acciones nunca tienen gran
trascendencia ni ninguna viabilidad legal puesto que son empresas
privadas que, desde su casi monopolio del servicio y con una imagen
internacional de comunicación libre y gratuita, aplican la censura con
regularidad. Por su parte, los internautas cubanos denunciaron que
Google ha vetado a los habitantes de ese país el uso de su servicio
Google Analytics, a través del cual los administradores de páginas web
conocen las estadísticas de accesos. En cambio la empresa sí puede
seguir utilizando esos datos para sus cálculos y negocios.[9]
Es ingenuo creer que nos van a dejar su logísticas, es como si un grupo
de Panteras Negras se quisieran reunir en un local de McDonalds.
El modelo de funcionamiento de las redes
puede ser claramente reaccionario y conservador. Obsérvese, por ejemplo,
que en Facebook aparece siempre la opción “me gusta”, pero no existe la
correspondiente “no me gusta”. “Se trata de impedir, obviamente, la
sanción de marcas y productos que puedan ser futuros anunciantes o
inversores. Pero también se inscribe de lleno en ese ciberoptimismo por
el que se incita a la producción constante (inteligencia colectiva) y se
desprecia la crítica y, sobre todo, la inacción, la huelga, la
renuncia”.[10]
Ciberactivismo
“El riesgo de internet es pensar que se
vive la democracia en directo, cuando sólo es una democracia virtual.
Internet no es más que la continuación de la utopía de querer hablar
directamente con todo el mundo; el problema es pensar que eso va a
resolver nuestros problemas reales”[11].
Nuestro activismo político se despeña por
una pendiente hacia la virtualidad de los manifiestos y firmas en la
red, el sexo ha alcanzado la higiene absoluta y la desinhibición total
gracias al mundo virtual, los amigos no están en el bar sino en el
facebook, seguirán contabilizados aunque mueran mañana. Las autopistas
son virtuales porque son las “autopistas de la información”. Pero
mientras sucede todo esto, las guerras y las hambrunas nada virtuales
con sus muertos no virtuales y los armamentos y criminales que las
provocan, tampoco virtuales, siguen existiendo. Del mismo modo, nuestro
salario y nuestras prestaciones sociales nos las están disminuyendo de
forma real, mientras seguimos conectados al mundo virtual. La ofensiva
tecnológica-virtual parece diseñada para sacarnos de la realidad
auténtica y meternos en una realidad virtual con el objetivo de
neutralizarnos.
Existen juegos en internet para niños -y adultos- en el
que el sistema te premia con “créditos” para comprar objetos virtuales
previo envío de SMS con un coste en euros reales. Es decir, cambian con
toda impunidad dinero real por dinero virtual. Del mismo modo actúa gran
parte de la revolución tecnológica: nos roba nuestra vida real, sobre
todo si puede ser potencialmente crítica y subversiva, y nos la cambia
por vida virtual.
Ese es uno de los objetivos de la denominada brecha
digital, mientras los empobrecidos del mundo mueren de hambre, los que
tienen para comer son aprehendidos y llevados al mundo virtual, el mundo
feliz de Aldous Huxley donde no tendrán por qué preocuparse de los
pobres.
Toda esta catarata tecnológica tiene como objetivo principal el
aislamiento del individuo.
Exponer esta tesis en Cuba, donde sus
ciudadanos sufren grandes dificultades para el uso de internet debido al
bloqueo de Estados Unidos que impide que la isla acceda con normalidad
al ciberespacio puede parecer inoportuno, pero yo vengo de una Europa
abducida por las redes y creo necesario advertir a los cubanos de esa
posibilidad.
Espectáculo y alineación
Los nuevos soportes y formatos están
desarrollando un modelo informativo superficial y simplista de la
realidad y del pensamiento. Si lo analizamos desde el punto de vista
ideológico, estaremos de acuerdo en que la superficialidad sintoniza más
con un ideario que no pretenda cambiar las estructuras de poder
vigentes, que fomente el acomodo de los ciudadanos al modelo dominante.
En cambio, un ideario que pretenda desarrollar el análisis inductivo, el
pensamiento crítico, que ponga en tela de juicio las estructuras de
poder, requiere una información y un pensamiento más elaborado, más
profundo y argumentado.
Redes físicas
Frente a las redes virtuales, debemos
apostar por construir redes reales. Para ello, el primer paso es
reconocer que las virtuales nunca pueden sustituirlas, tanto si
pretenden fortalecer lazos de amistad como si buscan organizar a la
ciudadanía socialmente para cualquier objetivo. Las redes de internet
son precarias, coyunturales e impiden establecer lazos firmes entre sus
miembros. Aunque resulte una obviedad, no hay que dejar de insistir en
que los “amigos” de Facebook no son amigos. Unas redes firmes, sólidas y
duraderas requieren personas que se encuentren físicamente en el mundo
real, que se enfrenten a situaciones de la vida real en lugares físicos,
cara a cara, que discutan sobre problemas comunes, objetivos y planes
de acción. Todo ello sin la mediación de máquinas. Las redes sociales y
el mundo virtual han socavado el histórico derecho de reunión y lo han
sustituido por un hecho social alucinatorio: la falsa conciencia de
reunión, la ‘ilusión de reunión’.
La conciencia espectadora, presa de la
pantalla, tras la cual ha sido deportada la propia vida, sólo encuentra
interlocutores ficticios que desemboca en un autismo espectacular[12].
En palabras premonitorias de adónde nos ha llevado internet, Guy Debord
afirmó que “la ‘misión histórica de instaurar la verdad en el mundo’ no
pueden realizarla ni el individuo aislado ni la muchedumbre atomizada”.
Y, hoy, cada uno de nosotros, frente a nuestro ordenador, no somos otra
cosa que muchedumbre atomizada. La alternativa según Debord era el
Consejo Obrero como forma desalienada de la democracia. Sí, un término,
el de Consejo Obrero, que puede parecer arcaico, pero que no es otra
cosa que el encuentro físico de seres humanos oprimidos con el objetivo
de liberarse y de cambiar el mundo. Vicente Romano, en su Ecología de la
Comunicación, plantea que hay que “reivindicar, proteger y fomentar los
espacio experimentales, los lugares públicos, contra la retificación
(red, tejido) telemática de la sociedad”[13].
En su opinión, “es menester el entorno natural y social vivo, en vez de
los sistemas tecnológicos rígidos en los que los seres humanos están
fijos en el sentido del diálogo persona-máquina. Para ello reivindica
“espacios sensorialmente perceptibles en donde pueda desplegarse la
profusión social y humana al instante”. Romano los denomina “lugares del
tiempo”, y son “lugares del encuentro, de entrar en contacto: mercados,
plazas, campos deportivos, patios, cafés, iglesias, etc.”
Es importante
insistir en que la comunicación no presencial es imaginaria. La
presencia real, en cambio, es física, orgánica, material. Estamos donde
estamos, y en ningún otro sitio, e interactuamos donde estamos de
verdad. Tendemos cada vez más a atenuar la diferencia que existe entre
esos dos tipos de presencia.[14] El escritor Isaac Rosa nos puso el ejemplo de las movilizaciones de los mineros españoles en el verano de 2012: ·
Mientras nosotros escribimos posts y
tuits de denuncia contra los recortes (yo el primero), ellos se
encierran en los pozos, paralizan el tráfico, levantan en pie de guerra
comarcas enteras, y finalmente echan a andar por la carretera. Mientras
nosotros pintamos ingeniosas pancartas y componemos simpáticos pareados
para gritar en manifestación, ellos se enfrentan a cuerpo con la Guardia
Civil. Mientras nosotros retuiteamos y damos miles de “me gusta” para
apoyar las reivindicaciones de los colectivos más castigados, ellos van
pueblo por pueblo dando y recibiendo abrazos, compartiendo comidas y
techo. Mientras esperamos al próximo aniversario para volver a tomar las
plazas, ellos se plantan en la Puerta del Sol tras haber hecho suyas
las plazas de todas aquellas localidades por las que pasaron.
La lección está clara: ante el ataque
total contra los trabajadores, estos no son tiempos de hashtag, sino de
barricada. Frente a la solidaridad efímera de la red social y la
indignación inofensiva, son tiempos de caminar juntos, de compartir
encierro o marcha, de encontrarse en las calles, de abrazarse como ya no
nos abrazábamos, como estos días se abrazaban los mineros con quienes
los esperaban a la entrada de cada pueblo.[15]
Con este evento Cuba ha demostrado ser
nuevamente pionera. Al reunirnos aquí ha convertido en tangible y real
el mundo virtual que yo estoy criticando. Aquí algunos se han calificado
de “cibermambís”, pero yo quiero precisar que los cubanos lograron su
independencia de España con mambís reales, si se hubieran quedado en
cibermambís, todavía gobernaríamos los españoles. Y Fidel Castro no vino en un “cibergranma” vino en el Granma, un barco físico y real.
Jugar en terreno enemigo
Nadie deberá pensar que vamos a negar el
gran avance que ha supuesto internet en numerosos aspectos. Desde el
ámbito de la educación al de la comunicación entre las personas y, por
supuesto, en el periodismo. Especialmente, y ese logro nunca debemos
olvidarlo, para terminar con la exclusividad informativa que tenían las
grandes empresas. La generación puente de periodistas críticos que
conocimos la profesión antes de internet y después, podemos constatar la
dificultad que teníamos antes para difundir algún texto y lo sencillo
que es ahora. Hace veinte veinte años no conseguíamos un medio donde
colocar nuestra información, ahora lo difícil es conseguir que el medio
pueda ser descubierto por los lectores. En cualquier caso, una de las
paradojas a las que nos enfrentamos ante las nuevas tecnologías, los
modernos hábitos de la información y las redes sociales es que, por
muchas críticas que les señalemos, no podemos mantenernos al margen
porque nos veríamos barridos del panorama.
Muy a nuestro pesar, nos
vemos obligados a jugar en un terreno enemigo y empobrecedor pero si no
lo hiciéramos nos encontraríamos expulsados del juego directamente. Esto
es muy importante para Cuba, necesitada de mejorar sus servicios de
conectividad y desarrollo tecnológico.
Si alguien cree que pretendo que el
lector abandone su tablet, sus redes sociales, su iPhone o cualquier
otro artilugio de los cuales parece que reniego, se equivoca. Mi
intención no es otra que adjuntar una especie de advertencia de efectos
secundarios, peligros de sobredosis, medidas de prevención y
recomendaciones para el buen uso. Podríamos establecer un paralelismo
con respecto a otros entornos perversos, como el de las armas. Los
movimientos populares, los regímenes democráticos y participativos no
pueden estar a favor del uso de la violencia y del armamento, pero no
pueden permanecer en el tablero internacional sin medios de defensa
porque serían derrocados inexorablemente. De ahí que debemos responder a
quienes nos califican de incoherentes e hipócritas a los que criticamos
las modernas tecnologías y sus formatos comunicacionales y al mismo
tiempo las utilizamos.
Efectivamente, es como ese pueblo pacífico,
humano y solidario que odia las pistolas, pero que sabe que las
necesitas para defenderse. Yo mismo uso mi teléfono móvil como la
mayoría de los ciudadanos, envío SMS, mantengo un blog, dispongo y
consulto mi cuenta de Twitter; no se trata de cargar contra la
tecnología, sus ventajas son indiscutibles y su presencia y utilización
inevitables. La cuestión no es hacer que desaparezca, sino qué hacer y
cómo con lo que existe.
El hecho de que algunos denunciemos sus
elementos adversos, intentemos desmitificarlas y advirtamos del daño que
pueden estar causando no deben impedir que las utilicemos, porque, como
ya hemos señalado, están aquí, no podemos renunciar a ellas y además
apreciamos sus ventajas. Lo mismo que no podemos exigir a un ecologista
que no viaje en avión a ver a su familia que vive a dos mil kilómetros o
al comunista que no se coma una mariscada, tampoco los que nos
preocupamos por la involución de la información con los nuevos formatos y
tecnologías vamos a volver a la máquina de escribir o renunciar a
internet.
No somos la versión moderna de los ludistas ingleses que se
oponían a la revolución industrial en el siglo XIX. Nuestro objetivo es
intentar nadar y avanzar en este océano que nos ha tocado vivir y, para
ello, buscar propuestas e iniciativas viables y que permitan combinar lo
positivo de nuestros tiempos con los valores intemporales. Incluso en
los contenidos supuestamente irreverentes y subversivos de nuestros
medios alternativos debemos recordar que solo pueden tener sentido si
tienen como objetivo la transformación del mundo, de otro modo, como
también nos descubrió Debord, estarán condenados a convertirse solo en
espectáculo.
*Intervención en el II Taller
Internacional “Las redes sociales y los medios alternativos, nuevo
escenario de la comunicación política en el ámbito digital”. La Habana,
febrero 2013.
Estas palabras están extraídas del libro “La jibarización
de la información”, cuya publicación está prevista en marzo de 2013 en
la editorial Península.
Notas:
http://periodistas21.blogspot.com.es/2012/07/eurocopa-twitter-celebra-los-goles-de.html
[15] Rosa, Isaac. “Soy minero”. Eldiario.es, 11-7-2012 http://www.eldiario.es/zonacritica/2012/07/11/soy-minero/
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