domingo, febrero 10, 2013

Miami es un circo

marionetas 

Por Edmundo García

 Tomado de La pupila insomne

Con el perdón del Ringling Brothers, con el perdón del Cirque du Soleil y de los modestos pero dedicados circos de carpa que hacen decorosas presentaciones en los barrios; con el perdón de estos y otros circos del mundo, tengo que decir que Miami también es un circo. Anoche viernes 8 de febrero tuvo lugar en esta ciudad una reunión de sectores de la derecha que pasará a formar parte de la historia del ridículo. Ocurrió en el programa La Diferencia de Roberto Rodríguez Tejera en el canal Telemiami, propiedad de José Carlos Prado, más conocido como Pradito. Faltó la representación del Departamento de Estado o la CIA, pero la delegación de sus marionetas estaba casi completa. Los invitados fueron Pepe Hernández por la Fundación Nacional Cubanoamericana propiedad de Jorge Mas Santos; Ricardo Martínez Cid en nombre de la Unión Liberal Cubana cuyo Presidente es Carlos Alberto Montaner; el flotillero y pseudo pacifista Ramón Saúl Sánchez como Presidente de su propio Movimiento Democracia y Marcelino Miyares Presidente de su Partido Demócrata Cristiano de Cuba. La reunión empezó bastante ordenadita, aparentando inocencia, y terminó en guaracha con cita de Ignacio Piñeiro, que no era líder de ningún partido político sino del Septeto Nacional.

Marcelino Miyares abrió la ronda de participación desbocado y empezó por agradecer sumisamente a la Embajada de Estados Unidos que le haya permitido estar en teleconferencia desde México con ocho llamados disidentes cubanos reunidos en la sede de la SINA en La Habana. También agradeció el contacto al Cuba Study Group de Carlos Saladrigas, de quien ya he dicho que es un hombre con muchas contradicciones (http://latardesemueve.com/archives/751).
El pasado 28 de enero, día del natalicio de José Martí, fue el momento escogido por el llamado partido Demócrata Cristiano de Cuba para montar ese show mediático desde tierras mexicanas. Entre los citados para la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba Marcelino mencionó a Héctor Palacios, Gisela Delgado, Manuel Cuesta Morúa y otros.

También dijo que estaban convocados, pero no pudieron asistir por lejanía o cuestiones personales, Dagoberto Valdés y Antonio Rodiles. Marcelino agradeció a Giselle Recarey Delgado, hija de Héctor Palacios y Gisela Delgado, Vice-Presidenta de la llamada organización de jóvenes exiliados O-JEC invitada a un homenaje a Pinochet en Chile (cuya asistencia no se corroboró ni negó por lo claro), haber coordinado desde Miami la lista de invitados en la SINA. Marcelino dijo con orgullo de esa lista: “Los que están son gente de primera”. Me gustaría saber qué quiso decir con eso de “gente de primera”: ¿acaso que son los primeros en sumisión, los primeros en venderse, los primeros en calumniar a su patria, los primeros porque solo son ellos y no hay segundos ni terceros?
El conductor Roberto Rodríguez Tejera dijo que había convocado al cuarteto para que explicara qué es lo estaba pasando en Cuba y qué estaban haciendo las organizaciones del exilio para responder las iniciativas del gobierno cubano; y los invitados se mandaron. Primero empezaron a pasarse la mano y reconocieron que habían malgastado muchos años peleando entre ellos mismos, sin llegar a confesar que el móvil de esas peleas no ha sido otro que el dinero destinado a la subversión. Como estaban posando de pacifistas y estrategas del diálogo político, Pepe Hernández que es un viejo camaján insistió mucho en que se olvidara el pasado, en que lo anterior no cuenta, porque sabe muy bien que en el grupo había al menos tres personas ligadas a comportamientos violentos contra Cuba: Ramón Saúl Sánchez que es un viejo provocador, Marcelino Miyares que es miembro de la Brigada 2506 que invadió su patria por playa Girón y el propio Pepe Hernández, también miembro de la Brigada 2506, ligado a intentos de eliminar físicamente a dirigentes de la revolución incluyendo al Comandante en Jefe Fidel en Isla Margarita, y al financiamiento de terroristas como Luis Posada Carriles

Estos invitados de Telemiami estaban diciendo en esta misma ciudad que reconocían que el gobierno cubano había hecho cambios importantes y que ahora la estrategia, elaborada ya sabemos dónde y por quiénes, era chantajear y obligar a Cuba a hacer más cambios a ver si el proceso daba al traste con la propia estabilidad del país. Marcelino Miyares no se cansó de repetir durante todo el programa que había que trabajarle a Cuba en las aperturas hechas en internet y emigración, y colarle la subversión por esos canales.
Todo indica que los jefes norteamericanos y europeos de estos y otros charlatanes políticos los han regañado por la gran cantidad de lidercillos que tiene la contrarrevolución tanto en Miami como dentro de Cuba, por lo que ellos han obedecido con consignas de moda sobre el “consenso”, la “concertación” y la “unidad”. Citaron en el programa ridículas unificaciones de grupúsculos contrarrevolucionarios en Cuba, celebrando como la gran cosa la risible fusión de UNPACU de José Daniel Ferrer, que según me dicen desde Cuba usa como nombre de guerra el de “El marajá de Palmarito de Cauto”, y la llamada FANTU de Félix Navarro y el multi campeón olímpico de huelgas de hambre Guillermo Fariñas. Fuera de Cuba pusieron como ejemplo de concertación a una organización llamada Consenso Cubano que nadie conoce ni reconoce.
Era ridículo ver a algunos de los invitados decir consignas como “Sí se puede” y hablar de una nueva alborada de unidad entre los llamados opositores y la contrarrevolución miamense. Hubo un momento en que el flotillero Ramón Saúl Sánchez pidió la palabra con emoción para exponer una idea loca que según dijo tenía desde hace mucho tiempo en la cabeza: poner en marcha un parlamento bicameral permanente, formado por delegados de la isla y de Miami (Cámara dentro y Cámara fuera), que legislaran sobre cosas como cuál era el mejor momento para viajar a Cuba, el tipo de ayuda a enviar, etc. En medio de este arrebato Ricardo Martínez Cid hacía referencias históricas, como que Cuba era todavía una capitanía general, que seguía esperando la llegada de la flota. Martínez Cid habló también de ese engendro detectivesco llamado Represión ID, al cual pertenece y codirige, que no hace otra cosa que tomar fotos a quienes participan en las justas manifestaciones populares en Cuba contra las provocaciones instrumentadas por la SINA, para luego amenazarlos con juicios desde canalitos de la televisión de Miami.
Entre una bobería y otra aquello se fue calentando. Los invitados hablaron tanto de que no tenían más remedio que aceptar los cambios hechos por el gobierno cubano, que de pronto se vieron participando ellos mismos en elecciones cubanas desde Miami y viajando a la isla. Pepe Hernández, que como dije es un viejo camaján, se dio cuenta que se habían pasado y retornó a la guapería diciendo que aunque es verdad que el gobierno cubano había hecho reformas él sí que no le iba a dar aplausos a nadie. Entonces Martínez Cid también recogió pita con que a él lo habían invitado varias veces a ir a Cuba pero no había querido. Como no aclaró quién lo había invitado, como no citó nombres de personas o instituciones, me reservo el derecho de creerle o no creerle. Mientras Marcelino, que se había pasado la noche concertando a todos y a nadie, se lamentaba o se hacía pasar por peligroso diciendo que él había querido ir a Cuba pero que no lo dejaban entrar. 

El anfitrión Roberto Rodríguez Tejera, que parecía perdido en todo eso de la concertación y la unidad, de pronto envió felicitaciones a la emisora Radio Martí de la cual antes era empleado y que según él mismo dijo había criticado bastante desde que lo despidieron. Una reunión así tenía que terminar sin proyecto y refiriendo una guaracha del Septeto Nacional: “Arrolla cubano, que esto es tuyo”. Nada, que los desentonados de Miami siguen en las mismas. No hay ni que asombrarse de esto porque en Miami hay hasta un gobierno cubano en el exilio, presidido por un tal Rodolfo Nodal Tarafa, que de tiempo en tiempo hace reuniones de gabinete en los jardines de una cafetería Latin América donde nombran y destituyen ministros y embajadores. Así, entre par de cervezas y arroz con pollo, firman leyes para una Cuba imaginaria que luego derogan al mes siguiente.
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