Por Oscar Figueredo, Cynthia Hernández, Ariel Trujillo y Rosmely Alvariño
Encontrar similitudes entre La Habana
de 1762 y la de 2013 ya no resulta difícil, y es que ambos años para
los historiadores tienen un denominador común: la Toma de La Habana por
los ingleses.
El uso extendido de prendas de vestir que incluyen la bandera
británica se ha hecho sentir desde hace unos meses por las calles
habaneras, desatando entre los moradores de la urbe las más diversas
opiniones sobre “el último grito” de la moda.
Estar en boga sigue siendo un imperativo de hoy día que ya no solo
implica la concepción de nuevos estilos o diseños de vestuario, sino que
también conduce a la adopción de disímiles simbologías nacionales o
extranjeras, jamás pensadas por los más grandes creadores artesanales.
Para la investigadora y socióloga Yeisa Sarduí del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello,
la juventud es la ferviente seguidora de la moda pues en este grupo
etario está emplícita la necesidad de aceptación, de reafirmación, de
pertenencia a los grupos; lo cual hace que resalte el sentido de
reconocerse y destacarse.
Aunque para algunos, este no es un fenómeno exclusivo de la
actualidad, pues en otros momentos también se han empleado símbolos como
el de los Juegos Olímpicos o Panamericanos
en pullovers y otras prendas de vestir, sí reconocen el empuje que ha
tenido la utilización de la bandera británica entre los más jóvenes.
“Para mí esto es algo normal, es parte de la moda… no creo que sea la
primera ni la última vez que una ropa o un símbolo se pegue entre los
jóvenes”, expresó Nadia Rodríguez, estudiante de politécnico.
Entre tanto, Alejandro Gutiérrez, estudiante de 12 grado, confiesa que él lo usa por sus amigos.
“En la escuela uno observa que es común ver tanto a una muchacha como
a un muchacho vestir una zapatilla o con un bolsito con la bandera. La
«cosa» se pone peor si llega el fin de semana, pues es cuando todos
quieren lucir de pies a cabeza la insignia, y yo por supuesto no me voy a
quedar atrás.”
Y es que el símbolo anglosajón no solo se ha colado en las camisetas y
pulóveres, sino que conforman una variadísima colección que incluye
además aretes, pegatinas, llaveros, calcomanías para autos, pantalones,
bermudas y hasta diseños para pintura en cabellos y uñas.
“La banderita es lo que está en el «boom». A mi carro yo se lo puse
en los asientos y en los cristales de atrás… aunque también coloqué una
cubanita.” Dijo Roberto Iglesias, chofer por cuenta propia.
Otra de las cuestiones que más llama la atención es el hecho de que
sean los jóvenes quienes con mayor acogida hayan aceptado la “nueva
invasión inglesa”.
“Yo creo que a los jóvenes siempre nos gusta lo nuevo, lo que llama
la atención, lo que nos diferencie, esta es la razón que para mí hace
tan popular estos símbolos” dijo Gabriel Morejón, estudiante
universitario.
Entre tanto, Reimel Becerra, trabajador de 48 años de edad, apuesta también por esta práctica.
“No considero que tengan que ser los jóvenes los que tengan que usar
solamente este tipo de prendas, mientras me sienta cómodo con ello y no
haga el ridículo ante los demás, también voy a asumir esta tendencia”
La vinculación entre la forma de vestir y el gusto musical es otro factor que condicona la aceptación popular del símbolo.
Alejandro Arizábal, joven trabajador, opina que la irrupción de esta
simbología extranjera puede tener sus orígenes en que muchos jóvenes se
identifican con artistas de ese país, como Adèle, y que al emplear estas prendas se hace patente la afición a sus ídolos.
“Al igual que el resto de América Latina,
nuestros jóvenes también son influenciados por los medios masivos de
comunicación que difunden a través de novelas, documentales y video
clips diversos gustos estéticos que condiconan la formación de la
identidad de nuestros jóvenes”, acotó la socióloga Sarduí.
Sin embargo, para el estudiante Abel Lescaille, el empleo de estas
prendas no tienen relación directa con la afamada cantante británica,
pues la mayoría de los jóvenes que usan la bandera del país europeo son
los llamados “reparteros”, personas que en su mayoría no se identifican
con el género Pop, sino más bien con el reguetón.
Otros, entre tanto, acotan que el “empleo masivo” tiene que ver más
bien con los Juegos Olímpicos celebrados en la capital inglesa. El poder
atrayente del evento deportivo más grande del mundo es tal, que aún
continúa seis meses después de la conclusión del certámen.
En la gala inaugural no solo disfrutamos de un espectáculo deportivo,
sino también de un desfile de moda internacional, pues miles de
competidores mostraron los diseños de los modistas más reconocidos en el
mundo cuando transitaban por la pista de atletismo.
Estrellas mediáticas del deporte y la cultura británica estuvieron presentes en la ceremonia, tal es el caso del futbolista David Beckham o el actor Rowan Atkinson, más conocido como Mr. Bean.
Por otro lado, los cubanos pudimos presenciar el despuntar del
deporte británico en la magna cita, con actuaciones soberbias de muchos
atletas como el tenista Andy Murray.
Muchos jóvenes cubanos confiesan ser aficionados, ante la inmesa ola
futbolistica actual, a la selección inglesa o a los clubes de algunas
ciudades como la de Manchester o la propia Londres (Chelsea y Arsenal).
“Siempre he sido fanático de Inglaterra en el fútbol, es el equipo
que sigo en los mundiales, por eso me gusta vestirme con alguna prenda
que muestre la bandera británica, además está de moda ahora”, comentó
Gabriel Trujillo, estudiante de preuniversitario.
En nuestro andar por la capital constamos que prácticamente no hay establecimiento comercial de trabajadores por cuenta propia que no tenga entre sus artículos de venta algún objeto con referencia a la bandera tricolor.
Todo lo contario a lo que sucede en las tienda estatales, donde según
sondeos realizados durante la ejecución de la investigación, no se
venden.
Según algunos de los propietarios de estos establecimientos “se vende
como pan caliente”, y aunque no pudimos obtener la fuente de dónde se
obtienen tanto material extranjerizante, sí sabemos que muchos tienen
una base artesanal.
Asimismo, los precios asequibles a los que están muchos de estos
objetos en la red de mercados de los cuentapropistas, unido con la
“aceptación popular”, han hecho que cobre mayor vitalidad el uso
extendido de estas prendas.
Para Abel Lescaille, estudiante universitario, el factor económico
cobra gran importancia en la propagación de estos productos; ya que para
muchos jóvenes les es más fácil adquirir un pullover con la bandera del
Reino Unido que un pulóver, por ejemplo, con la imagen del Che, que se cobra en CUC.
A propósito del tema, Elaine Zaldívar, joven capiatlina, considera
que en muchas ocasiones la ropa con emblemas del Che u otros símbolos
nacionales solo es vendida al turismo y que en la mayoría de las tiendas
no se encuentran; de ahí el encarecimiento en su compra para muchos
jóvenes.
Tratar de frenar esta avalancha extranjerizante es un imperativo en
un contexto mediado por corrientes globalizadoras que socaban la
identidad de nuestros pueblos. La solución más certera es promover entre
los jóvenes el gusto hacia lo nacional, no solo a través de charlas
educativas, sino con acciones concretas como una mayor presencia en los
mercados en moneda nacional de aquello que nos pertenece y nos hace
sentir por siempre eternos cubanos.
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