Tomado de Cubadebate
Bolivia y Cuba, unidas en la lucha por su independencia y la
integración latinoamericana, son hoy blancos constantes de campañas
mediáticas y acciones subversivas de Estados Unidos, cuyo régimen ha
dado sobradas evidencias de que tiene a ambos países en su mirilla
siniestra.
No es casualidad que en esta misma semana, las naciones sudamericana y
caribeña hayan sido denunciadas en informes, o incluidas en listas
arbitrarias y unilaterales elaboradas por Washington, documentos en los
que nadie cree, pero que tienen objetivos perversos, y pretenden
justificar el accionar agresivo norteamericano contra La Paz y La
Habana.
La administración de Obama en un reporte infundado y mal intencionado
del Zar antidrogas de Estados Unidos señaló a Bolivia como el tercer
productor de hoja de Coca en el mundo, y que supera a Colombia y otros
estados en la producción de cocaína.
La respuesta del gobierno del presidente Evo Morales no se hizo
esperar, al calificar el texto norteamericano de mal intencionado, con
claros objetivos políticos, y no ajustado a la realidad.
Es bien conocido que Washington utiliza ese tema para atacar
constantemente al ejecutivo de Morales, dañar el esfuerzo que hace
actualmente Bolivia en la lucha integral contra el narcotráfico, y así
justificar su conocido actuar subversivo contra este país andino.
La real intención norteamericana es mantener una guerra de desgaste
que dé al traste con el presidente boliviano, quien evidentemente no es
santo de devoción de la Casa Blanca por su postura antiimperialista y en
favor de la unidad de America Latina.
En el caso de Cuba, una vieja espina trabada en la garganta de
sucesivas administraciones norteamericanas, el régimen de Obama
recurrió esta semana nuevamente a su desgastado y embustero ejercicio de
incluir a la mayor de las Antillas en la lista de “Estados
Patrocinadores del Terrorismo”.
Para nadie es un secreto que el verdadero objetivo de Washington es
encubrir su arruinada y condenada política agresiva contra Cuba, y el
criminal bloqueo económico, comercial y financiero que le impone al
pueblo de la isla caribeña desde hace más de cinco décadas, recrudecido
en los últimos años.
La nueva demostración de la paranoia endémica que padece Estados
Unidos con Cuba fue ripostada inmediatamente por el Ministerio de
Relaciones Exteriores de la nación antillana que acusó al gobierno
norteamericano de ser el primer patrocinador del terrorismo mundial, y
utilizar el terrorismo de Estado como arma política.
La conducta adoptada por Bolivia y Cuba, así como otros países de la
región como Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Argentina, de dejar de ser
de una vez por todas el traspatio de Washington, le molesta mucho al
imperio decadente, que se empeña en impedir a toda costa la definitiva
independencia e integración Latinoamericana.
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