Baher Azmy
The Washington Post
The Washington Post
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Las nuevas normas emanadas del Departamento de Justicia de Obama
amenazan con devolver la Bahía de Guantánamo al agujero negro legal en
el que estaba desde los primeros días del gobierno de George W.
Washington. Las normas, que empezaron a manifestarse en mayo, se
revisarán el viernes en una vista que se celebrará ante un juez federal
de Washington.
Como consecuencia de su contenido, se restringe el acceso de los
abogados a los detenidos que han perdido sus peticiones iniciales de
habeas corpus. El efecto que tendrá será arrebatar a los tribunales el
control del acceso de los abogados a sus clientes, dotando al ejército
de unos poderes discrecionales casi completos para dictar si los
abogados pueden, y cuándo, visitar a los detenidos, cuántos abogados
pueden trabajar en un caso, qué tipo de información pueden obtener y
utilizar para representar a sus clientes y dónde y de qué manera esa
información podrá utilizarse.
Es decir, que en vez de cerrar el campo de prisioneros
como prometió, el Presidente Obama ha devuelto Guantánamo al hermético y
desesperado campo de internamiento que tanto vilipendió cuando era
candidato.
Desde que la prisión de Guantánamo abrió sus puertas en 2002, sus
rasgos distintivos han sido el rechazo a la supervisión judicial y la
exclusión de los abogados. La administración George W. Bush eligió ese
lugar para albergar a los “combatientes enemigos” porque las autoridades
pensaron que la base militar de la isla -y el trato dado a los
detenidos- quedaría lejos del escrutinio de los tribunales. Después de
que el Tribunal Supremo rechazara esa estrategia en su sentencia de 2004
en el caso Rasul versus Bush, los abogados afluyeron en gran
número a la base. Pronto quedó muy claro no solo que la mayoría de los
detenidos había sufrido abusos y torturas, también que a la mayoría de
ellos no debería habérselos detenido jamás. Desde la sentencia Rasul, han quedado libres más de 600 de los casi 800 hombres musulmanes que han pasado por Guantánamo.
En 2008, la sentencia del tribunal en el caso Boumediene versus Bush reafirmó que los detenidos tenían derecho a una revisión judicial significativa de la base legal y factual de su detención. Boumediene reabrió los tribunales a los detenidos, recuperándose el derecho de habeas corpus tras años de suspensión.
En los primeros tres años tras el fallo de Boumediene, la
mayoría de los detenidos ganaron sus casos en tribunales inferiores, lo
que puso de relieve la debilidad de los argumentos utilizados por la
administración Bush para llevar a cabo las detenciones. Pero el pasado
año, la Corte de Apelaciones estadounidense para el Circuito DC ha
revertido todas esas decisiones e impuesto unos estándares legales que
hacen que sea prácticamente imposible ganar un caso de habeas. Mientras
tanto, la negativa del Tribunal Supremo a revisar el desafío de los
tribunales de Circuito D.C. respecto a la promesa contenida en Boumediene
-a pesar de una petición de súplica presentada este año en siete
apelaciones diferentes- pone punto final a la supervisión judicial
significativa de Guantánamo.
Así pues, las nuevas normas del Departamento de Justicia están devolviendo a Guantánamo al punto de partida. Este mes, en una presentación ante un tribunal,
la administración Obama mostró su incorrecto razonamiento argumentando
que, en ausencia de peticiones activas de habeas corpus, los abogados no
necesitan tener garantizado el acceso a sus clientes ni a la
información clasificada necesaria para poder presentar sus demandas. Los
funcionarios de Obama, al igual que la administración Bush antes que
ellos, dicen que el gobierno debería tener un irrestricto control sobre
Guantánamo.
Pero no hay justificación militar o legal plausible alguna para
castigar de esa forma a los detenidos. Guantánamo sigue estando a miles
de kilómetros de cualquier hostilidad activa. Más aún, entre los miles
de visitas de abogados a clientes que se han producido a lo largo de los
últimos ocho años, no ha habido ningún informe creíble de que se haya
divulgado una información reservada ni dañado a la seguridad nacional.
El retroceso de la administración Obama, a causa de la evisceración de Boumediene por
los tribunales del Circuito D.C. y la fallida promesa del presidente de
cerrar la prisión, está devolviendo el statu quo de Guantánamo a la era
anterior a Rasul, cuando Guantánamo era un lugar icónico de la
negación de los derechos jurídicos de seres humanos o del acceso al
mundo exterior.
Esta evolución es tan poco sorprendente como peligrosa. En 2004, el
Tribunal Supremo se sintió motivado para asegurar una supervisión
judicial sobre las operaciones de detención en Guantánamo a causa de las
revelaciones sobre las torturas de Abu Ghraib, así como por la
preocupación ante una serie de detenciones en las que no mediaba
acusación ni juicio algunos. Actualmente, la mayoría de la gente cree
que Obama ha puesto fin
a las torturas en Guantánamo. Sin embargo, esto no significa que no sea
ya necesario el control judicial. Los abusos y las torturas podrían
fácilmente reaparecer si no existe la vigilancia adecuada. No obstante,
el problema fundamental en Guantánamo ha sido siempre la detención indefinida sin acusación ni juicio, que en sí misma es una forma de tortura.
La tortura en Guantánamo fue el legado del Presidente Bush. Confío en
que el legado del Presidente Obama no sea la legitimación de la
detención indefinida sin acusación y juicio y hacer de Guantánamo el
lugar donde los Estados Unidos envían a los detenidos musulmanes a
envejecer y morir.
Baher Azmy es el director jurídico del Centro por los Derechos Constitucionales de EEUU.
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