Por Charo Martín
Tomado de Juventud Rebelde
- Riyanna, de solo 18 meses, tuvo que descender de un avión de la aerolínea JetBlue en un aeropuerto floridano porque su nombre estaba en la lista de los buscados por «terroristas». En las declaraciones del padre a la prensa de la Florida, se atisba la paranoia, la intolerancia, la discriminación y la violación de los derechos humanos que bulle en la sociedad estadounidense
Riyanna y sus padres, nacidos y criados en Nueva Jersey —dice
ANSA—, prefirieron permanecer en el anonimato a pesar de lo sucedido:
cuando abordaron un avión de la aerolínea JetBlue en el aeropuerto
floridano de Fort Lauderdale con destino a Newark, una asistente de
vuelo les informó que agentes de seguridad querían hablar con ellos.
Riyanna tenía que descender de la aeronave porque su nombre estaba en
la lista de los buscados por «terroristas». No es un problema con
ustedes, se les dijo a los padres, es con su hija…
La «confusión» con el nombre de una «militante» hizo que la familia
esperara media hora en el aeropuerto, y cuando se les autorizó a partir
en el vuelo 510 de la JetBlue rehusaron: no querían sentir esa
vergüenza ante los pasajeros.
Riyanna es todavía una bebé, solo tiene 18 meses de edad.
«Es absurdo. No tiene sentido. Cómo una niña de 18 meses de edad
puede estar en una lista de no volar», dijo el padre a WPBF 25 News, una
filial de la cadena ABC en West Palm Beach.
El diario Sun Sentinel publicó detalles y las declaraciones de los
funcionarios federales, quienes aseguraron que el problema nunca debió
ocurrir porque esas listas están basadas en el nombre completo, fecha de
nacimiento y sexo.
«Los miembros de nuestra tripulación siguieron los protocolos
apropiados, y ofrecemos disculpas a la familia involucrada en esta
circunstancia desafortunada», ellos «están entrenados para manejar cada
situación discretamente, tratando a cada cliente con dignidad y
respeto», dijo la línea aérea.
También la TSA, Transportation Security Administration, se lavó las
manos como Pilatos: cuando ellos dan el pase a bordo lo hacen tras haber
chequeado al pasajero; añadieron que no habían jugado ningún papel en
sacar a la familia del avión, solo al ser llamados a la puerta de
abordaje por la línea aérea. Fue «la aerolínea la que erróneamente
indicó que la niña estaba en la lista de vigilancia», dijo su vocera
Sari Koshetz.
En este caso, la ridícula posición de una empresa comercial
colaborando con un Estado policial y militarizado —tal y como lo
hicieron otras compañías aéreas europeas con Israel hace apenas unas
semanas para obstaculizar la solidaridad con el pueblo palestino—, y las
prácticas de hostigamiento de la TSA que sobrepasan derechos civiles y
constitucionales, en su búsqueda de sospechosos de terrorismo, como es
el escaneo corporal a cada pasajero con sofisticados artilugios, que
según denuncias emiten altos niveles de radiación, las humillaciones a
personas con implantes, el chequeo manual que raya con el acoso sexual, y
otros métodos de asedio, traspasan la situación risible y grotesca en
que involucraron a la pequeñina Riyanna.
En las declaraciones quejosas del padre a la prensa local de la
Florida, se atisba la paranoia, el fanatismo, la intolerancia, la
discriminación, la transgresión de normas de su propia democracia y la
violación de los derechos humanos que a nivel institucional e individual
bulle en la sociedad estadounidense:
«Fuimos puestos en exhibición como en un circo porque mi mujer usa
hijab» —el pañuelo con que cubren su cabeza las mujeres islámicas, que
creo les otorga una particular elegancia y dignidad».
Sigo pensando también que en Estados Unidos se avanza hacia un
fascismo de nuevo tipo bajo la mirada vigilante del Big Brother que
avizoró Orwell.
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