Palabras de
Ricardo Alarcón, Presidente de la Asamblea Nacional de Poder Popular, en el X
Encuentro Internacional de Solidaridad con Cuba, celebrado en La Habana, Mayo
2, 2012.
Agradezco a
los organizadores de este Encuentro Internacional de Solidaridad la oportunidad
de hablar sobre los Cinco compatriotas que pronto cumplirán catorce años de
cruel e injusto castigo por luchar contra el terrorismo que desde Estados
Unidos se ha practicado contra Cuba por más de medio siglo.
Ellos son
inspiración y guía para los trabajadores y el pueblo cubano empeñados hoy en
las múltiples y complejas tareas de hacer los cambios necesarios a nuestro
modelo de desarrollo para perfeccionar nuestra sociedad y hacerla cada vez más
eficiente y socialista. Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René, hijos de este
pueblo, educados y forjados por su Revolución, han sido capaces de mantenerse
firmes e indoblegables pese a su aislamiento, demostrando, en la mayor soledad,
la fuerza indestructible de sus ideales, proclamando día y noche que sí se
puede, que la Patria y el socialismo pueden resistir y vencer. Por eso la lucha
para liberarlos, para que regresen a casa de inmediato y sin condiciones es una
prioridad para los cubanos y es una tarea en la que debemos multiplicarnos sin
tregua ni descanso hasta la victoria total.
Pero esa
causa es de importancia estratégica para todos, más allá de los límites de esta
isla. Lo es especialmente para los pueblos de América Latina y el Caribe que
también han sido víctimas del terrorismo orquestado desde el Norte y para el
propio pueblo de Estados Unidos que tiene el derecho y la necesidad de darse
un gobierno que aprenda a vivir en paz con sus vecinos; pero también esta
causa es importante para los pueblos de todo el mundo que afrontan los graves
peligros de la violencia y la irracionalidad de una política imperial arrogante
y necia.
Agotados ya
todos los recursos de apelación ordinaria los Cinco aguardan por el
pronunciamiento de la Corte de Miami ante el procedimiento extraordinario o
Habeas Corpus, última posibilidad que ofrece el sistema judicial
norteamericano. La Jueza debe responder también la solicitud que se le ha hecho
para que convoque a audiencias orales en las que se examinen nuevas evidencias
y argumentos que le permitan emitir un fallo justo.
En el centro
de la cuestión está la necesidad de esclarecer los numerosos aspectos de este
proceso que permanecen ocultos.
Por una
parte hay que descubrir el alcance de la conjura del gobierno con los medios de
prensa locales de Miami que recibieron financiamiento oficial para desatar una
feroz campaña de propaganda y realizaron provocaciones y amenazas para
presionar y amedrentar a los miembros del jurado haciendo absolutamente
imposible la labor del tribunal. Esas acciones justificaron, en su momento, las
protestas de la misma jueza; años después de concluido el juicio se conoció
públicamente que los provocadores recibían cuantiosos pagos del gobierno
federal. Hace ya seis años que varias organizaciones de la sociedad civil
reclaman por la vía judicial y administrativa que el gobierno revele lo que
oculta sobre esta conspiración. La misma demanda forma parte sustancial de los
Habeas Corpus de nuestros compañeros.
Además hay
otra demanda de descubrimiento respecto al caso especial de Gerardo Hernández
Nordelo, condenado a la descomunal pena de dos cadenas perpetuas más quince
años por un inventado delito que él no cometió, por un crimen que ni siquiera
existió y que Gerardo purga en una prisión de máxima seguridad en condiciones
particularmente duras.
A Gerardo se
le acusó de una falsa e irreal participación en el incidente del 24 de febrero
de 1996 cuando fueron derribadas en aguas cubanas dos aeronaves de un
grupo terrorista que violaba sistemáticamente el espacio aéreo cubano,
algo que había hecho docenas de veces pese a las reiteradas protestas del
gobierno cubano. Tan endeble era esa acusación que así lo reconoció la propia
Fiscalía de Estados Unidos en una Moción de Emergencia con la que trató de
retirarla en mayo de 2001.
Gerardo no
tuvo absolutamente nada que ver con aquel incidente como lo admitió incluso
Washington en ese documento. Pero hay algo más. Los lamentables sucesos
de aquel día ocurrieron sobre el territorio de Cuba y por tanto ningún tribunal
norteamericano tenía jurisdicción al respecto.
Desde el
juicio de Miami hasta la última petición de Gerardo se le reclama a Washington
que muestre las imágenes tomadas por sus satélites sobre el incidente. La misma
demanda ha sido presentada ante los tribunales y el gobierno por importantes
instituciones civiles de aquel país. Con igual tozudez, tanto la Administración
de W. Bush como la de Obama, se niegan a que nadie pueda verlas. Son catorce
años de ocultamiento que solo puede explicarse porque al gobierno de Estados
Unidos le consta que carecía totalmente de fundamento la vulgar calumnia contra
Gerardo y los cargos formulados contra él, así como los que había levantado
contra sus compañeros.
El
ocultamiento de las pruebas y la desaforada hostilidad contra los acusados
junto con su exigencia de que el juicio se realizara en Miami y no en cualquier
otra parte prueban la grosera prevaricación de la Fiscalía.
En el año
2005 en un fallo histórico el panel de la Corte de Apelaciones decidió
unánimemente declarar el juicio de Miami nulo y sin valor. Es lo menos que
debería hacer el tribunal ahora que se conocen nuevos elementos que refuerzan
aquella justa decisión.
Incluso hoy
sería imposible juzgar con ecuanimidad a cinco patriotas cubanos en Miami.
Repasemos someramente lo ocurrido en ese lugar en abril de 2012, el mes que
acaba de terminar.
Un anuncio a
favor de la libertad de los Cinco tuvo que ser retirado a las pocas horas de
instalado ante amenazas de muerte. Al mismo tiempo fue sancionado en su empleo
y obligado a realizar un lamentable espectáculo de contrición pública el
director de un equipo deportivo que se había atrevido a balbucear algunas
palabras no gratas para la mafia terrorista. Hace apenas unos días una bomba
incendiaria destruyó completamente las oficinas de una agencia que organiza
viajes a Cuba, la cual se había encargado de traer a quienes quisieron
acompañar aquí al Papa Benedicto XVI. Al mismo tiempo los medios locales de esa
ciudad han lanzado una irrespetuosa serie de insultos e infundios contra el
Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana, porque Su Eminencia dijo
algunas verdades serena y ponderadamente.
Si así es
Miami ahora, en mayo del 2012, es fácil imaginar cuál era el ambiente
hace catorce años cuando el secuestro impune de un niño de seis años
escandalizó al mundo y el rescate de Elián provocó la frustración y la rabia
desenfrenada de la mafia batistiano-terrorista y fue en ese ambiente de odio y
de violencia que los Cinco fueron apresados y sometidos a juicio.
Ha habido
cambios significativos en la emigración cubana. Pero Miami es aún Miami, sigue
siendo el feudo de esa mafia que controla a sus autoridades y medios de
prensa.
Es
indispensable denunciar con urgencia el bloqueo de las corporaciones que
controlan y manipulan la información e impiden al pueblo norteamericano conocer
la verdad. Levantemos la solidaridad internacional hasta hacerla ola incontenible
que derribe el muro de silencio y haga que el pueblo norteamericano, con el
respaldo de todos en el resto del mundo le exija al Presidente Obama que haga
lo que puede y debe hacer: que disponga la libertad inmediata e incondicional
de los Cinco, de todos y cada uno de ellos. Para que nos entienda mejor: Obama
Give me Five.
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