La ropa interior explosiva que apareció en Yemen a principios de este
mes ha hecho que las autoridades se vuelvan a preocupar ante la
posibilidad de que los fabricantes de bombas de Al Qaeda
estén encontrando maneras innovadoras para ocultar explosivos, incluso
en el cuerpo de los atacantes. Pero, ¿qué tan alarmados deberíamos
estar?
Un dispositivo insertado en el cuerpo sería sólo el último capítulo
del juego mortal del gato y el ratón entre Al Qaeda y los funcionarios
de seguridad aérea de occidente. El grupo siempre ha buscado nuevas
formas de evadir las normas impuestas por los aeropuertos.
Pocos meses más tarde, una bomba en un zapato casi derriba un avión.
Por esa razón, se introdujeron controles de seguridad que incluyen el
calzado.
Para el año 2006 Al Qaeda ya estaba desarrollando bombas hechas con
líquidos, lo que condujo a las actuales restricciones en el equipaje de
mano, y en 2009, una bomba situada en la ropa interior de un joven
nigeriano casi provoca la caída de un vuelo a Detroit.
Meses antes de ese incidente, un joven ofreció rendirse ante el
príncipe Mohammed bin Nayef, quien dirige las operaciones de lucha
contra el terrorismo en Arabia Saudita. Sin embargo, insistió en que
quería hacerlo en persona.
Cuando se encontró con el príncipe en su villa de Jeddah, una llamada telefónica hizo estallar una bomba oculta.
El cuerpo del atacante suicida explotó y parte de su brazo quedó
incrustado en el techo. Sorprendentemente, el príncipe no resultó herido
de gravedad.
Y aunque la naturaleza exacta del dispositivo ha sido fuente de
controversia, algunos afirman que fue colocado internamente en el recto.
El atacante, Abdullah al Asiri, llevaba un dispositivo que se cree
fue construido por su hermano Ibraham al Asiri, miembro de Al Qaeda y
fabricante de bombas en Yemen. Posiblemente el individuo más peligroso y
más buscado del grupo en todo el mundo. A él se le atribuye la creación
de una serie de dispositivos innovadores que van desde ropa interior
explosiva hasta bombas ocultas en cartuchos de impresora con destino a
EE.UU. en vuelos de carga (que fueron descubiertos gracias a una
advertencia de inteligencia).
Antecedentes
El lunes, el grupo mostró cuan mortales pueden ser sus dispositivos
cuando un atacante suicida mató a cerca de 100 soldados en Saná, la
capital de Yemen.
Un detallado informe realizado en 2011 por el doctor Robert J. Bunker
de la Claremont Graduate University, en EE.UU., sostiene que la
tendencia actual son las bombas cercanas al cuerpo. Lógicamente, el
próximo paso sería colocarlas en su interior.
Los contrabandistas con frecuencia esconden paquetes de drogas en
distintas cavidades del cuerpo, como el tracto digestivo inferior.
“Si nos remontamos a la historia militar, la colocación de trampas
explosivas como granadas de fragmentación debajo o incluso dentro de los
cadáveres de los soldados era un fenómeno muy común”, explica Bunker.
“Esto se hizo evidente en la Segunda Guerra Mundial y en la guerra de Vietnam”.
El paso previo a la inserción de una bomba en el cuerpo es abrir a
una persona durante un procedimiento médico, insertar el dispositivo y
coser de nuevo. Esto se ha intentado con animales. Reportes aseguran que
en 2010, miembros de Al Qaeda en Irak implantaron quirúrgicamente
bombas en perros con el fin de enviarlos en aviones a EE.UU., en donde
explotarían. Pero en estos casos, los animales murieron antes de que el
plan pudiera llevarse a cabo.
¿Desapercibidas?
La colocación quirúrgica de una bomba requiere de considerables
habilidades médicas. Se cree que Al Asiri ha estado trabajando con
médicos para evaluar sus posibilidades.
“El cirujano abre la cavidad abdominal y, literalmente, implanta el
artefacto explosivo entre los órganos internos”, le explicó el doctor
Mark Melrose a la cadena de televisión estadounidense ABC. Otros
informes sugieren que los dispositivos pueden ser colocados en los
pechos de mujeres suicidas como si fuesen implantes.
Sin embargo, un experto en seguridad con sede en el Golfo asegura no
haber encontrado ninguna evidencia que apoye los informes de que hay
médicos trabajando con bombas que se implanten quirúrgicamente.
Entonces, ¿podrían llegar a desarrollarse bombas de ese tipo? La ropa
interior explosiva incautada en 2009 y en 2012 no tiene componentes
metálicos y por lo tanto puede pasar por detectores de metales sin ser
identificada. Luego de la primera experiencia hubo presión para
introducir más escáneres corporales en los aeropuertos. A pesar de las
objeciones de los viajeros que sentían que las imágenes invadían su
privacidad, las máquinas comenzaron a implementarse en algunas
terminales de EE.UU. y Europa. Sin embargo, en otras partes del mundo,
sobre todo en el Medio Oriente apenas se utilizan.
Pero aunque esos pocos escáneres fuesen capaces de identificar la
ropa interior explosiva, es probable que no puedan saber cuándo una
persona posee un dispositivo dentro del cuerpo. ¿Existe alguna otra
forma de poder detectarlo?
Una máquina médica de rayos X podría hacerlo (tal y como puede reconocer drogas), pero sería problemático exponer a los viajeros a este nivel de radiación.
Las pruebas para detectar residuos de explosivos son otra opción,
pero se debe tomar en cuenta que los fabricantes de bombas son
cuidadosos y dejan muy poca contaminación en los alrededores.
Es posible que en el futuro sea necesario poner mayor énfasis en la
búsqueda de comportamientos sospechosos en los aeropuertos y las formas
de ” interrogatorio suave” por parte del personal de seguridad, una
táctica que Israel ha utilizado.
La detonación
Sin embargo, aunque Al Qaeda quiera usar este tipo de bombas, una
fuente de seguridad asegura que es probable que no sea tan fácil hacerlo
en la práctica.
Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿podría un atacante con un dispositivo cosido a su cuerpo estar en condiciones de viajar, sin mostrar signos de una cirugía reciente?
Según los expertos, los fabricantes de bombas también se enfrentan al problema de saber cuánto absorberá el cuerpo humano de la explosión. Esto puede haber sido lo que salvó al príncipe Nayef, pues es posible que la mayoría del impacto fuese amortiguado por el cuerpo de su atacante.
De esta forma la bomba implantada en el cuerpo podría ser una
herramienta menos útil para el asesinato. Pero en un avión, lo único que
se necesita es una explosión lo suficientemente fuerte como para
provocar un agujero en la cabina presurizada.
El principal reto en esas bombas, dicen los expertos, es la
detonación. Si un contador de tiempo se cose al cuerpo junto al
dispositivo, ¿qué puede hacer el atacante si el vuelo se retrasa?
Se cree que en 2009 la ropa interior explosiva utilizó un detonador
químico que iba en una jeringa, pero al final no funcionó y acabó
quemando al atacante.
La versión 2012 podría haber actualizado este aspecto, pero los
detalles aún no se han hecho públicos. Además hay que destacar que si
una bomba se coloca internamente, sería aún más difícil asegurar que una
jeringa inyecte en el punto correcto.
La detonación a través de una llamada telefónica (como la utilizada
contra el príncipe Nayef) es una opción, pero sólo si se puede
garantizar la cobertura telefónica durante el vuelo, y ese no siempre es
el caso.
Las bombas dentro del cuerpo humano son aún un concepto no probado,
pero Al Qaeda -y en particular su filial en Yemen- ha demostrado ser
implacable en su deseo de atacar a EE.UU. y especialmente a sus aviones.
También queda claro que el grupo lleva a cabo una incansable búsqueda
para hallar nuevos caminos que los ayuden a lograr sus objetivos
mortales.
(Tomado de BBC Mundo)
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