Por Lázaro Fariñas
Ha
comenzado un nuevo año, dejando para el recuerdo el que acaba de
terminar. En realidad, nada extraordinario pasa cuando dejamos atrás el
31 de diciembre y comienza el primero de enero, a no ser que, obra del
destino, la casualidad o como le quieran llamar, suceda algo que pueda
darle realce a ese cambio de día.
En el 45 AC,
Julio Cesar establece en el Imperio Romano el calendario juliano,
celebrándose, por primera vez, el día de Año Nuevo. Al pasar los años,
sucedieron hechos importantes en esa fecha y vale la pena recordar
algunos de ellos: En 1502, el navegante italiano, Américo Vespucio,
descubrió la Bahía de Rio de Janeiro; En 1801 entra en vigor la unión
entre Inglaterra e Irlanda; En 1804 el General Jean Jacques Dessalines,
antiguo esclavo, proclama la independencia de Haití; En 1863 entra en
vigor el Acta de Emancipación de los esclavos en los Estados Unidos; En
el 2002 comienza el Euro como la moneda oficial de 12 países europeos.
Esos son algunos de los hechos históricos
que sucedieron en esa fecha a través de la historia del mundo
occidental, pero para nosotros los cubanos, el primero de enero de 1959
ha sido el más importante de la historia de nuestra Patria.
Cuba amaneció ese día celebrando que la
dictadura del General Fulgencio Batista había sido derrotada por la
Revolución, acto este que cambio para siempre los destinos de nuestro
país. Los esbirros asesinos del dictador criollo buscaban aquel día la
mejor forma de escapar de la furia del pueblo cubano que los perseguía
por doquier.
Quién iba a pensar en aquella fecha que
54 años después la Revolución, contra viento y marea, iba a continuar en
el poder. Desde el mismo principio se afirmaba que los Estados Unidos
no iba a aceptar una verdadera revolución en América Latina y menos a
solo 90 millas de sus costas, menos aun si ese país era considerado por
el gobierno norteamericano casi como su propio territorio. En aquellos
momentos era un tanto iluso pensar que se iba a poder hacer leyes
revolucionarias profundas en favor de los más desposeídos. No había que
dudarlo, así sucedió.
El gobierno revolucionario triunfador fue
embestido, casi inmediatamente después de su triunfo, por una serie de
hechos violentos por parte de los Estados Unidos que, exceptuando una
intervención directa de los soldados estadounidenses, utilizaron todo lo
que estaba a su alcance para descarrilar aquella revolución, incluyendo
actos de sabotaje, envío de explosivos y armas, infiltración de
comandos, financiamiento, invasión de pesos falsos, creación de frentes
guerrilleros, atentados, bombardeos, y hasta la organización,
entrenamiento y desembarco de una fuerza militar que fue derrotada en
menos de 72 horas, además, implantaron una política de embargo y bloqueo
que aún dura hasta el día de hoy.
Creo que en 1959, ni los líderes de la
Revolución podían imaginarse que, 54 años más tarde, seguirían siendo
sus dirigentes. Es más, creo que ninguno de ellos se lo debe haber
preguntado. Creo, también, que para todo hay respuesta y para que esto
haya sucedido, la única respuesta es el indiscutible y carismático
liderazgo de Fidel Castro. Fidel es una de esas personas que se dan
raramente en los pueblos. Es de esos líderes que logran penetrar las
entrañas de los países donde nacen y sumergirse en ellas.
Definitivamente, no veo cómo iba a ser posible que la Revolución Cubana
hubiera podido sobrevivir si no hubiese existido un líder como Fidel
Castro. Cualquiera de los países de América Latina hubiera sucumbido, si
los Estados Unidos se hubiera desmoronado, como sucedió con el bloque
Soviético.
La economía cubana estaba casi totalmente interrelacionada
con dicho bloque y al desmoronarse este, Cuba cayó en el abismo del
Periodo Especial. En realidad, y hay que ser serio en la respuesta,
¿cuántos líderes en el mundo hubiesen tenido la capacidad, la
persistencia y la tenacidad para haber sacado a su país de ese verdadero
atolladero?
Fidel Castro sacó a Cuba, no solamente de
aquella desolación, sino que salvó la soberanía nacional del desastre
que hubiese sido su pérdida. Se puede ser fidelista o anti fidelista,
estar de acuerdo con sus ideas o no, lo que no se puede hacer es ignorar
o despreciar la calidad y condiciones de líder que tiene Fidel.
Así es que, en los Años Nuevos, han
ocurrido hechos históricos transcendentales. Para los cubanos, aquel
primero de enero de 1959 nos trajo el mayor de nuestra toda nuestra
historia: el triunfo de la Revolución Cubana y con ella una profunda
transformación de nuestra sociedad.
(Tomado de Martianos)
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