Ángel Francisco Carromero Barrios, político español del Partido Popular |
Tomado de Antorcha encendida
La muerte de los contrarrevolucionarios
Osvaldo Payá y Harold Cepero ha traído consigo no sólo la desgracia de la
desaparición física de dos personas; sino también la desvergüenza de esos
impúdicos que han usado este incidente en toda una comparsa de manipulación y
propaganda anticubana.
La certera investigación de los órganos
competentes del Ministerio del Interior cubano y las contundentes pruebas
corroboradas por los propios implicados extranjeros (Ángel Francisco Carromero,
político del Partido Popular (PP) español, y Jens Aron Mordig, dirigente sueco
de la Juventud Cristiano Demócrata (KDU), han dejado por tierra todas las
hollywoodenses versiones de los disidentes cubanos y la propia hija de Payá,
Rosa María.
Las
palabras de Jens Aron demuestran una vez más el carácter mercenario de este
grupúsculo llamado oposición cubana, la injerencia de organizaciones políticas
extranjeras en asuntos internos de Cuba y el apoyo financiero que recibe la
contrarrevolución cubana para asestar su labor subversiva dentro de la Isla.
Sin embargo, algo muy curioso llama la
atención en las palabras del joven dirigente del Partido Popular, cuando dijo
directamente a las cámaras: "En cuanto a las noticias que me han dejado
leer, le pido a la comunidad internacional que por favor se centre en sacarme
de aquí y no en utilizar un accidente en tránsito, que podría haberle pasado a
cualquier persona, con fines políticos"… perdón, pero hilvanaré sus palabras, haciendo la elipsis adecuada: “… no en utilizar un accidente en tránsito…
con fines políticos" Ahora
le interesa que no se interpongan fines políticos.
Veamos, hasta
ahora el Partido Popular, de la extrema derecha del Estado español, ha dado su
apoyo político y financiero a la contrarrevolución cubana, tanto en el exterior
como en el interior de la Isla; Carromero, quien viajó con visado de turista,
no le importó en lo absoluto aprovecharse de su estancia en Cuba para reunirse
con la contrarrevolución y dar su asesoramiento y financiamiento a una de las
minúsculas organizaciones opositoras en la Isla, en este caso la dirigida por
Osvaldo Payá (Movimiento Cristiano Liberación). Entonces, Carromero, ¿Su
actitud injerencista y subversiva no es actuar con fines políticos?
¡Ah!,
evidente, en estos momentos su situación es bien pésima por tener sobre sus
hombros la penosa carga de dos muertes y, además, incumplir con las leyes de la
República de Cuba. Por tanto, es preferible que quienes estén en la misma
comparsa de la que él forma parte, se mantenga sin tocar una nota discordante
más.
¿Por qué no
pensó mucho antes que quienes le dirigían le estaban encomendando actuaciones
que indican una agresión política a Cuba? ¿Por qué no tuvo una actitud más
digna negándose a realizar esas actividades que le encomendaron, ya que sabía
muy bien que no eran de sentido turístico, sino con fines políticos?
Algunos Países,
entre ellos la mayoría pertenecientes a la Unión Europea, han puesto sus
embajadas en Cuba en funciones de las actividades subversivas de la
contrarrevolución cubana, monitoreada por la Oficina de Intereses de Estados
Unidos en La Habana (SINA).
No es la
primera vez que un político extranjero entra a Cuba para llevar a cabo, con
fines políticos, actividades subversivas, con el objetivo de lograr
la desestabilización del gobierno revolucionario de la Isla.
El caso de
Jens Aron y Ángel Francisco Carromero es otro más. Pero lo más vergonzoso es ver
cómo a Carromero le corroe el miedo al peso de la justicia y rapidito desea que
sus trompeteros dejen de sonar la comparsa que alude los “fines políticos” para
ver si puede salir ligerito con pie en polvorosa. ¿Cínico o pendejo? ¡Quizás ambas!
Tanto a estos dos políticos extranjeros,
como a los que vengan mañana a Cuba con el mismo aire, que mejor se dediquen a limpiar
la cochiquera que han armado en sus propios países con el amargo listado de
recortes que han hecho con el sistema capitalista, en vez de ir queriendo
cantar en patio ajeno.
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