Tomado de Cubadebate
- Antonio Guerrero recibió recientemente la visita de algunos de sus familiares más cercanos en la cárcel de Marianna. Fue para él una pequeña isla de felicidad en un océano de injusticia. Un preso hizo las fotografías y Tony escribió una hermosa crónica del encuentro.
Queridos amigos:
Se dice que una imagen puede hablar más que mil palabras, y aquí
queremos compartir con ustedes algunas fotos de la visita de mis
familiares, a las que agregaremos breves impresiones de cada uno.
Hacía 15 años que no nos veíamos mi sobrino Carlitos y yo. Pero, al
encontrarnos, desapareció el tiempo. Mi sobri solo atinó a decirme: Tío
estas igualito. Y un fuerte abrazo y una amplia sonrisa sustituyo a las
lágrimas que algunos pronosticaron.
Mi madre hermosa, fuerte y clarita en todo, evaluando cada momento de
felicidad y, como siempre, dirigiendo las sesiones de fotos, incluido
al fotógrafo, un recluso muy buena gente.
Mi hermana precisando conmigo cada proyecto, entre los torrentes de
conversaciones, chistes, canciones y juegos con mis “pequeños
querubines”.
Mis dos campeones con solo mirarlos desaparecen todos los muros.