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Pero lo esencial está en otra parte. Si sólo se hubiera que recordar
una cosa del genial arquitecto, sería la lealtad a sus principios, la
fidelidad de su compromiso comunista y su amor por los pobres de la
tierra. «Es necesario ante todo conocer la vida de los hombres, su
miseria, su sufrimiento para hacer arquitectura, para crear», decía.
Niemeyer jamás ocultó su aversión por las injusticias de nuestra época y no dejó de repetir que era importante emprender un «combate común por un mundo mejor». Y la esperanza se encuentra en América Latina que debe convertirse en «un polo de combate, un polo de resistencia contra el imperialismo estadounidense». Las fuentes de inspiración son numerosas: la resistencia y la dignidad del pueblo cubano frente a la despiadada agresión de Estados Unidos, el fervor y el entusiasmo revolucionarios de los hijos de Simón Bolívar en Venezuela y el regreso de Túpac Amaru a Bolivia, así como en el resto del continente.
Las nuevas generaciones de artistas deben seguir el ejemplo de Niemeyer, que hizo suya la máxima: «No hay arte sin ética», con esa permanente preocupación por la suerte de los «condenados de la tierra». Gracias Oscar.
*El autor es Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de la Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Etat de siège. Les sanctions économiques des Etats-Unis contre Cuba, París, Ediciones Estrella, 2011, con un prólogo de Wayne S. Smith y un prefacio de Paul Estrade.(Tomado de Opera Mundi)
Contacto: lamranisalim@yahoo.fr ; Salim.Lamrani@univ-reunion.fr
Página Facebook: https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel
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