Surgieron
como nación bajo el signo del expansionismo y el exterminio
inmisericorde de los nativos. Glorificaron a los cowboys. Plantaron en
la Constitución, en su Segunda Enmienda, el libre albedrío en la
tenencia de armas. A base de cañones, misiles, y hasta armas nucleares,
conquistaron territorios, derrocaron gobiernos y sometieron naciones.
Los Estados Unidos están enfermos de violencia.
La reciente matanza en una escuela de Connecticut, que se llevó la
inocencia de tantas vidas infantiles, ha vuelto a develar los gérmenes
corruptos de una sociedad en decadencia, capaz de alcanzar los más altos
niveles de desarrollo y riqueza (a costa de otros) y también, de
cometer los crímenes más atroces.
Cultura de las armas
La cultura de las armas que ha contaminado profundamente a esa nación y se ha hecho parte de sus estandartes, devela hoy a un país de 315 millones de habitantes con más de 280 millones de armas en su poder: una relación de 89 armas cada 100 ciudadanos.
El individualismo per se, que asienta y cataliza el sistema,
simboliza en la tenencia de armas el poderío, la autodefensa, la
justicia propia. Tener armas, para muchos, es parte del ser
estadounidense.
La industria de las armas se erige en un superlucrativo negocio.
EE.UU es el mayor productor y exportador de armas del mundo. Pese a la
crisis mundial, las exportaciones estadounidenses de armas se triplicaron en el 2011 y alcanzaron los 66 300 millones de dólares, según un reporte del Servicio de Investigación del Congreso el pasado mes de agosto.
El mercado interno también crece sin freno. Este 2012, el National Instant Check System ha registrado 16 millones 800 mil compraventas en EE.UU de pistolas, fusiles y rifles,
el doble de lo ejecutado una década atrás. Sólo el día de rebajas,
conocido como “Viernes Negro”, se vendieron 154 000 armas de fuego,
reportó Russia Today.
Las Ferias y exposiciones de armamento, donde se compra de todo sin
restricciones, se han multiplicado en cantidad y ventas. La mayor la
organiza la Asociación Nacional del Rifle (NRA), uno de los más
poderosos lobbys empresariales y políticos del país, vinculado a los
sectores más reaccionarios de la nación.
Estela de muerte
Tantas armas en tantas manos dejan su secuela trágica. Desde 1982 han ocurrido por lo menos 62 asesinatos masivos en EE.UU.
Algunos han estremecido el país como la matanza de Columbine en 1999 y
la del Politécnico Virginia Tech en el 2007. Este año se han
protagonizado tres; el ocurrido en julio en el Cine Teatro Aurora, en
Colorado, durante la función de estreno de la nueva saga de Batman; el
que tuvo lugar en agosto en un templo Shik en Wisconsin y este de
diciembre en el centro escolar de Newtown, Connecticut.
Según cifras oficiales, el pasado año se sucedieron 14 mil asesinatos en EE.UU de los cuales 10 mil fueron por armas de fuego. Cada día mueren por esa causa en el país del Norte un promedio de 34 personas.
Tras la reciente matanza, el documentalista Michael Moore, quien reflejó en unas de obras los sucesos de Columbine, escribió: “… ¿demasiado temprano para hablar sobre una nación enloquecida de armas? No, demasiado tarde.”
Violencia, Sexo y Lenguaje de adultos
Los medios de comunicación y entretenimiento hacen lo suyo en este
espiral de violencia. Noticieros televisivos que se regodean en
titulares con crímenes diversos; series y películas que glorifican al
matón o conminan a la justicia por manu propia (armas mediante);
guerras transmitidas en vivo como show estelar del sábado por la noche.
La mentalidad de Rambo multiplicada desde las diversas pantallas.
A la confirmación de la psiquis agresiva de la sociedad
norteamericana se han sumado los videos juegos, buena parte de los
cuales tienen a las armas, la violencia gratuita y el justiciero
solitario como componentes esenciales. Son entretenidas bombas de tiempo
en las mentes infantiles.
No pocos especialistas apuntan también a las fallas de la educación
norteamericana y al endeble sistema de salud mental de un país donde sus
ciudadanos y la nación se desquician por prevalecer.
Más muertes, más armas.
Las multiplicadas matanzas, lejos de alejar a los norteamericanos de
las armas, les acercan. El sentido de indefensión personal, la
necesidad de autoprotección ante una situación de violencia social
funcionan como estímulo por la adquisición de más armas de fuego.
Tras el tiroteo de Tucson, Arizona, en el 2011, donde murieron
varias personas y fue herida gravemente la congresista demócrata
Grabielle Giffords, la venta de armas en ese estado creció un 60%.
Después de la masacre el cine de Denver, en julio pasado, aumento la
venta en Colorado un 41%. Según The Huffington Post, en una tienda
cercana a la escuela donde se ejecutó la matanza del pasado 14 de
diciembre el arma mas demandada a la fecha es el fusil AR-15, como el
que utilizó el asesino Lanza. Otra tiendas de Connecticut y el resto
del país también reportan un aumento de la demanda de armas.
El AR-15 es un rifle de asalto. Lo utilizan los soldados
norteamericanos en sus combates en Afganistán. En 1994 una ley
congresional firmada por el presidente Clinton prohibió la venta a
civiles de 19 tipos de pistolas, rifles y fusiles automáticos como el
AR-15, diseñados para el combate. La ley espiró en el 2004 ante la
inacción predeterminada del congreso con mayoría republicana y el
presidente George W. Bush.
En mano de ciudadanos norteamericanos ya hoy más de 190 millones de rifles y fusiles listos para ser usados.
Y nada ha detenido la espiral hasta ahora. Ningún avance se dio en el
control de armas después de la matanza de Columbine, la de Virginia o
la de Colorado. Después de este ultimo acontecimiento, cuyo impacto en
la opinión publica revivió como ahora el debate sobre las armas, la
Asociación Nacional del Rifle envió una carta a sus afiliados
solicitando donaciones para enfrentar una posible campaña adversa. Su
llamado era inflamatorio: “El futuro de la Segunda Enmienda estará en
juego. Y el futuro de nuestro país y nuestra libertad estará también en
juego”.
El pasado 17 de diciembre al director ejecutivo Guns Owners of
América, asociación defensora de la libertad de compra y posesión de
armas en EE.UU, propuso de manera insólita que los maestros,
administradores de escuelas y padres deberían tener permiso de portar
armas en los centros docentes para poder actuar ante un agresor y
defender así a los niños a su cargo.
Peor acaba de pronunciarse el Vicepresidente de la NRA, Wayne
LaPierre, en una conferencia de prensa este 21 de diciembre. Su
filosófica solución a la violencia es poner las armas en manos de los
niños: “Lo único que detiene a un chico malo con un arma es un chico
bueno con un arma”
Políticos Desarmados (¿Desalmados?)
En todo lo que va de siglo XXI ni el Congreso ni la Casa Blanca, ni W
Bush ni Obama, movieron un dedo par aumentar el control sobre las
armas.
Los jugosos fondos que la Asociación Nacional del Rifle proporciona a
las campañas congresionales y por la Casa Blanca y el respaldo de la
corte Suprema ala llamado derecho constitucional de portar armas son
valladares para cualquier paso en esa dirección.
Pese a que en medio de la más reciente contienda electoral ocurrieron grandes hechos violentos en EE.UU ninguno de los dos candidatos pronunció una sola palabra sobre el tema de las armas.
Romney no quería espantar a la NRA y las bases extremistas de su
partido. Obama no quería perder votos en estados sureños claves, donde
la tenencia de armas es ley de vida y las medidas regulatorias son
demasiado laxas.
Reclamos de Actuar
Las cándidas imágenes de los 20 niños de 6 y 7 años brutalmente
asesinados en la escuela de Newtown, constantemente presentadas en las
cadenas de televisión, han sacudido al parecer la conciencia colectiva
de la sociedad norteamericana.
Por vez primera una encuesta nacional, realizada por la televisora CBS, muestra una mayoría a favor del control de armas en el país (57%).
Casi 200 mil personas firmaron una petición en el sitio de la Casa
Blanca para que se actúe con firmeza sobre el tema. Varias
manifestaciones populares en pro del control de armas se han sucedido en
diferentes ciudades.
Varios legisladores, incluso algunos respaldados por la NRA, han
llamado a discutir el tema en el Congreso. También se han pronunciado
alcaldes, gobernadores y otras personalidades.
The New York Times, The Washington Post y otros importantes medios de
prensa reflejan la inquietud social y la necesidad de acción.
El hasta ahora calculador Obama ha salido a plantar cara ante la
tragedia: “¿Estamos dispuestos a asumir que nos sentimos impotentes ante
una carnicería de esta naturaleza? ¿Qué la política no nos permite
actuar? ¿Estamos dispuestos a decir que la violencia que ataca a
nuestros niños año tras año es solo el precio que pagamos por la
libertad?”
Por lo pronto, ha nombrado una Comisión encabezada por el
Vicepresidente Biden para que presente propuestas antes de fines de
enero sobre la prohibición de fusiles de asalto, la revisión de los
antecedentes de todos los compradores de armas, la reducción del número
de balas y otras medidas de controla de armamento, así como reforma en
la atención de salud mental y la educación, entre otras medidas.
La NRA y la extrema derecha republicana están a la defensiva por el
momento. Pero, incluso, si prosperara la iniciativa presidencial, se
encontrará con el hándicap de que las legislaciones sobre las armas son
en su mayoría potestad de los estados y no del gobierno federal.
Ojala, como ya pasó, el transcurrir de los días y las fiestas
navideñas no enfríen en los propósitos de hacer algo frente a este
cáncer social.
De eso no se habla
La actual mirada del stablishment imperial hacia la violencia casera es inevitable ante el impacto social de la tragedia. Pero el mundo se pregunta si EE.UU seguirá exportando la violencia y la muerte con sus drones, sus bombas “inteligentes” y otras armas sofisticadas. Si continuará azuzando guerras, asesinando civiles, contratando mercenarios, aplicando degradantes torturas.
El mismo día de la masacre en Conecticut, una fuente de la ONU informaba que la guerra en Afganistán había costado la vida de más de100 mil personas, entre ellas numerosos menores de edad.
Esta semana, el periódico alemán Der Spiegel revelaba un estudio de Boletín de Contaminación Ambiental y Toxicología que culpa
a las municiones norteamericanas con uranio empobrecido del crecimiento
de los nacimientos de niños deforme en la localidad iraquí de Basora. Algunos han nacido con dos cabezas o con un solo ojo. Una tragedia bastante silenciada.
Si valiosa es la vida de los niños norteamericanos, también
lo es la de los afganos iraquíes, paquistaníes, sirios, o de cualquier
parte del mundo, que ahora mismo pueden estar muriendo por el disparo de
un arma Made in USA.
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